Pesca y acuicultura, las dos caras de una misma moneda.

Autor: Francisco J. Miranda Avalos - Presidente de la J. Directiva de Oannes

miércoles 2 de agosto de 2017

“Francisco por favor, la acuicultura es la solución a la alimentación, no la pesca”, es una frase recurrente que escucho desde hace muchos años. “La pesca ya fue”, es el dicho complementario, también reiterativo.

Pero estoy convencido que esto no es cierto, son frases que no se ajustan al contexto de la realidad de nuestro país, ni mucho menos a las oportunidades que los peruanos tenemos de desarrollarnos como una potencia mundial de ambas disciplinas.

La idea de que el Perú puede ser una gran proveedor de concha de abanico, un bivalvo filtrador, que no requiere de alimento, nos ha hecho creer que nuestra imagen objetivo es la de un país maricultor productor y exportador de bivalvo filtradores y sin duda que la riqueza del plancton de nuestro mar, abona a favor de esta idea.

Por otro lado, el rápido desarrollo de la acuicultura continental de tilapia, un pez originario del lago Victoria en África, de extraordinaria resiliencia a las variaciones de temperatura y salinidad, aunado al hecho de ser un organismo de alimentación herbívora, nos ha hecho pensar que la tilapia, un pez no nativo del Perú, será la alternativa alimentaria del país.

Esta, para mi, es una visión extremadamente facilista o simplista, como prefieran.

La riqueza del mar peruano esta en sus afloramientos que alimentan una abundancia de fito y zoo plancton, que es el principal eslabón de diferentes cadenas alimenticias, que a su vez alimentan diversos ecosistemas o biótopos. Pero estos afloramientos existen en buena cuenta gracias a las grandes avenidas de los ríos costeros, ergo, fenómenos como “El Niño”, pueden ser muy desastrosos para las poblaciones costeras e infraestructuras no preparadas, pero inmensamente beneficiosos para la extraordinaria biodiversidad de nuestro mar.

Este mar es tan extraordinario, que a lo largo de su historia han alternado diversos comensales, por que siempre ha habido comida disponible; cuando ha decaído una especie predominante, casi inmediatamente otra ocupa su lugar alimentándose de los platos servidos en la mesa. Y la pesca, como nos lo ha mostrado el Dr. Marco Espino, no ha sido necesariamente responsable de esa alternancia. Muchos de estos cambios de predominancia, como la alternancia anchoveta – sardina, se han dado antes, de que siquiera la pesca industrial existiera en el Perú.

Esto implica que la sostenibilidad de los recursos del mar peruano, depende principalmente de su físico química básica, donde las corrientes ascendentes o afloramientos de sustratos del fondo juegan un factor fundamental. La sostenibilidad de recursos como la anchoveta, podría ser una utopía entonces, ya que la naturaleza en cualquier momento podría darnos una lección magistral y de pronto las condiciones físico químicas podrían dar un vuelco y convertirse en favorables para la hegemonía de la sardina en una de estas cadenas alimenticias, en lugar de nuestra tan amada anchoveta.

“La pesca ya fue”, se convierte entonces en una frase triste que revela mas que nada nuestra enorme ignorancia respecto al estudio del mar, sus características físico químicas y sus ecosistemas tan diversos, como su propia biodiversidad.

La explotación pesquera requiere de amplios conocimientos e investigación para lograr su adecuada administración, y sobre todo obtener la sostenibilidad de un determinado recurso, como la anchoveta, tan importante para una industria alimentaria, como ningún otro en la historia de la explotación del mar Peruano.

Con la anchoveta comenzó la industria de la harina de pescado, y cuando la alternancia natural o forzada por la sobrepesca de anchoveta, permitió la predominancia de la sardina entre los 70s y 80s, nuestras empresas no fueron capaces de adaptarse a un recurso mas adecuado a la conservería y el consumo humano, que la misma anchoveta. La producción de harina siguió siendo prioritaria y hasta hoy no sabemos, si fue otra alternancia natural o forzada por la sobrepesca de sardina, la que le brindo a la anchoveta la predominancia que hasta hoy no pierde, como el principal eslabón de una de las cadenas alimenticias del mar peruano mas importantes.

Sea como sea, lo aprendido por el IMARPE hasta hoy, sobre el manejo de la biomasa de anchoveta, ha permitido mantener un nivel de sostenibilidad del recurso mas que aceptable y razonable. Pero los peruanos aun seguimos sin aprender a darle un uso en el consumo humano directo (CHD), y no somos capaces de utilizar mas del 5% de la cuota autorizada de pesca de este recurso, para ese fin. Por que aunque el objetivo es alcanzar por lo menos el 10% de la cuota para CHD, todos sabemos que mas de la mitad de esta pesca termina en la producción de harina y aceite ilegal.

Pero quizá lo mas importante, escapa a nuestra vista. El 90% de la cuota autorizada de pesca, se convierte en harina y aceite de pescado de forma totalmente legal, y son los principales insumos de los alimentos de la acuicultura de crustáceos y peces carnívoros. Organismos cuyo cultivo es muy rentable por su alto valor en un mercado con una demanda creciente.

El valor de este mercado es tan importante, que las principales compañías dedicadas a la producción de piensos para acuicultura, han puesto mucho énfasis en que si la sostenibilidad de un recurso como la anchoveta no esta asegurada, ellos a su vez no deberían considerar nuestra harina y aceite de pescado en su formula de alimentos. Y la lógica aparente del negocio se convierte en una carrera por encontrar sustitutos, que serán necesarios incluso cuando la sostenibilidad de la anchoveta este asegurada, por que el crecimiento de esta industria demanda de mas y mas alimentos para estas especies carnívoras que son altamente demandadas.

Un organismo herbívoro como la fuerte y popular tilapia, no necesita los aportes de la harina o el aceite de pescado, como si lo requiere el salmón, el langostino, la anguila o cualquier otro carnívoro cuya carne es muy demandada por su sabor. La industria acuícola mundial convierte los casi US$ 2,000 Millones al año que exportamos en harina y aceite de pescado de anchoveta, en una industria superior a los US$ 30,000 Millones. Y este dinero, mantiene cadenas de valor, que a su vez generan prosperidad y desarrollo entre las personas que trabajan directa o indirectamente con esta industria.

Criar entonces, concha de abanico y tilapia, como objetivo nacional acuícola, se convierte entonces en una pequeña o modesta comprensión de la enorme potencialidad nuestra producción pesquera, el logro de la sostenibilidad de determinados recursos y la posibilidad de diversificación de nuestra industria acuícola. Pudiendo pensar en el desarrollo de una acuicultura marina y continental diversificada basada en cualquier especie, sea herbívora, carnívora u omnívora.

Mientras los peruanos no comprendamos que la pesca y la acuicultura son las dos caras de la misma moneda. Nuestra perspectiva de desarrollo acuícola es definitivamente limitada por una visión que separa dos industrias que hoy por hoy son extremadamente complementarias y estratégicas para el desarrollo y prosperidad de los peruanos.