Los acordes del mar y del espacio: Una sinfonía de descubrimientos tecnológicos

Autor: Francisco J. Miranda Avalos, Presidente de la J. Directiva de la ONG Oannes

jueves 25 de abril de 2024

Los acordes del mar y del espacio: Una sinfonía de descubrimientos tecnológicos

 


El pasado 23 de abril del 2024, la NASA lanzo desde Nueva Zelanda un nuevo sistema de Vela Solar. La nueva misión experimental, llamada “Solar Sail”, busca probar un sistema de propulsión que volverá los viajes espaciales, más rápidos y menos costosos.


Nuevamente, el espacio y el mar se relacionan tecnológicamente. Demostrar que las velas solares, de alta tecnología, pueden ser tan funcionales y eficientes en el espacio, como lo fueron las velas en los grandes navíos que felizmente aún surcan los mares terrestres, como nuestro buque velero de instrucción “Unión” a punto de llegar al Callao después de su primera circunnavegación mundial, despierta la imaginación y nos muestra la proyección de las capacidades tecnológicas humanas, que muchas veces no somos capaces de vislumbrar, por la vorágine diaria de nuestras actividades.


Las velas solares funcionan de la misma manera que las velas de un velero en el mar, la diferencia estriba en que en la tierra son impulsadas por la fuerza del viento y en el espacio por el poder de la luz solar, a través de los fotones que emite el sol. A diferencia del viento en la tierra, la fuerza que proporcionan estos fotones, aunque mínima, es acumulable y produce una aceleración constante, gracias a que no existe en el espacio la resistencia que genera el aire y el agua, en nuestro planeta.


Las ventajas que esta tecnología ofrece, son muchas, el ahorro de combustible que sé refleja en la reducción del tamaño de una nave espacial que ya no necesitara transportar combustible, permitiendo misiones de largas distancias y de larga duración, es quizá la más importante.


La exploración submarina, por ejemplo, y la exploración espacial presentan también varios paralelismos en términos de desafíos técnicos y científicos. Tanto en el océano profundo como en el espacio exterior, los humanos se enfrentan a entornos desconocidos y extremadamente hostiles, lo que requiere del desarrollo de tecnologías y sistemas muy avanzados, ya que en ambos casos, se necesita la capacidad de resistir las altas presiones, las temperaturas extremas y la falta de oxígeno. 


El batiscafo Trieste es un emblemático ejemplo, que desempeñó un papel crucial en la exploración submarina y contribuyó de manera fundamental a la exploración del espacio. Diseñado por el suizo Auguste Piccard y construido en 1953 en Italia, el Trieste fue el primer submarino tripulado en bajar al abismo oceánico conocido como la Fosa de las Marianas a 11,000 metros de profundidad. 


Pero, ¿cómo se relaciona el Trieste con la exploración del espacio? La respuesta se encuentra en los avances tecnológicos que este submarino trajo consigo. Durante sus expediciones a las profundidades oceánicas, el Trieste estaba equipado con sistemas de navegación y comunicación de última generación que permitieron a los científicos recopilar datos críticos sobre el fondo marino. Y estas tecnologías, que debían resistir las presiones extremas del fondo marino, resultaron ser fundamentales para el desarrollo de sistemas similares utilizados en misiones espaciales. El legado del Trieste en la exploración submarina se ha entrelazado con la exploración del espacio de una manera significativa. 


El entrenamiento de astronautas es una parte fundamental de su preparación para misiones espaciales, y la ingravidez juega un papel crucial en este proceso. La ingravidez, o microgravedad, es una condición en la que los objetos parecen estar en caída libre, lo que crea un entorno único y desafiante que requiere una adaptación física y mental por parte de los astronautas. 


Aunque la ingravidez es una característica propia del espacio, se han desarrollado diversas tecnologías y técnicas para simular esta condición en la Tierra, incluyendo la utilización de cámaras de vacío y vuelos parabólicos, pero la exploración de la posibilidad de recrear esta condición en entornos submarinos, ha resultado ser muy positiva. Los astronautas pueden experimentar una sensación similar a la ingravidez bajo el agua, lo que ha llevado al desarrollo de programas de entrenamiento submarino para preparar a los astronautas a las condiciones que enfrentarán en el espacio.


El entrenamiento de astronautas en entornos submarinos ofrece una serie de ventajas. El agua proporciona una resistencia natural que simula de manera efectiva la falta de gravedad, permitiendo a los astronautas experimentar la sensación de flotar y moverse libremente en todas direcciones. Además, la inmersión en el agua puede ayudar a fortalecer la resistencia física y la coordinación de los astronautas, aspectos esenciales para sobrellevar los rigores de las misiones espaciales.


Uno de los ejemplos más destacados de entrenamiento de astronautas en el mar es el programa de astronautas de la NASA que se lleva a cabo en el Centro de Entrenamiento Acuático de la NASA, ubicado en el Centro Espacial Johnson en Houston, Texas. Ahí, los astronautas realizan ejercicios de entrenamiento en un gran tanque de agua donde simulan actividades extravehiculares (EVA) en un entorno similar al que encontrarían en el espacio.


Los peruanos debemos comprender que el desarrollo científico es una inversión necesaria, con muchísimas conexiones. La tecnología que hoy desarrollamos para explorar el mar, el mundo submarino, pescar, desarrollar o producir alimentos de los recursos marinos, nos ofrece alternativas para la supervivencia de nuestra especie dentro y fuera de nuestro planeta.