La sostenibilidad de la merluza en peligro
Autor: Por Francisco J. Miranda A. Presidente de la Junta Directiva ONG Oannes
domingo 25 de junio de 2017
Solemos tener temor de lo que no vemos o no comprendemos. La comprensión de una pesquería comienza sin duda con la investigación científica, pero si esta investigación se contradice con los hechos, es usual que la descartemos de plano. Pero luego resulta que la investigación que descartamos no estaba tan equivocada y que faltaba una pieza en el rompecabezas que no conocíamos, y cuando la colocamos en su lugar resulta que el esquema comienza a tener sentido. Y luego las cosas comienzan a ser consecuentes con lo que la ciencia nos dice.
Eso, es un breve resumen de lo que paso en el Perú con la pesquería de la merluza a fines la década del 90 y comienzo del nuevo milenio. Cuando el recurso comenzó a escasear, la palabra depredación comenzó a rodar junto con la cabeza de algunos científicos que hablaban mas bien de desplazamiento. Al final resulto ser una suerte de combinación de ambos conceptos, desplazamiento de la biomasa y un fuerte presión en el esfuerzo pesquero.
Lo que olvidamos todos es que los peces también aprenden, no son tontos y además “tienen cola”, por tanto se mueven. Una vez que un pez o un grupo de peces escapa de un arte de pesca, desarrolla un sentido de supervivencia que le permite escapar muchas veces del arte. Esto es muy notorio durante una temporada de pesca de anchoveta, por ejemplo, y es algo que los capitanes de pesca siempre mencionan.
Eso, es un breve resumen de lo que paso en el Perú con la pesquería de la merluza a fines la década del 90 y comienzo del nuevo milenio. Cuando el recurso comenzó a escasear, la palabra depredación comenzó a rodar junto con la cabeza de algunos científicos que hablaban mas bien de desplazamiento. Al final resulto ser una suerte de combinación de ambos conceptos, desplazamiento de la biomasa y un fuerte presión en el esfuerzo pesquero.
Lo que olvidamos todos es que los peces también aprenden, no son tontos y además “tienen cola”, por tanto se mueven. Una vez que un pez o un grupo de peces escapa de un arte de pesca, desarrolla un sentido de supervivencia que le permite escapar muchas veces del arte. Esto es muy notorio durante una temporada de pesca de anchoveta, por ejemplo, y es algo que los capitanes de pesca siempre mencionan.
Ellos se refieren a que especies como la anchoveta (que tienen un ciclo de vida corto de 2 a 3 años) aprenden generación tras generación a escapar de las redes de pesca “cabeceando” o “metiendo cabeza”, es decir huyendo por debajo de la red. Además también aprenden rápidamente a sentir la presencia de su depredador: los barcos de pesca; corriendo hacia otras zonas donde el depredador no esta presente. Pero ese conocimiento no se transmite, se pierde al morir la generación de peces que lo aprendió y la nueva generación deberá aprender la lección nuevamente.
Los pescadores submarinos vemos esto constantemente. Pero las especies que son nuestro objetivo tienen periodos de vida diversos, algunos mas cortos y otros mas largos. Esto sin embargo es un conocimiento empírico ya que aun no existen muchos estudios científicos al respecto.
Por cierto, los peces viven en un mundo donde la química y la física del agua son fundamentales. Algunos se adaptan y otros no. Los cambios físico químicos del mar, son un factor que hace que los peces se desplacen a los medio ambientes donde determinadas características físico químicas les son favorables. La variabilidad de temperatura, salinidad, nivel mínimo de oxigeno y corrientes marinas, hacen que especies como la merluza, que puede vivir hasta los ocho años (y que alcanza la madurez sexual los 2 o 3 años de edad) se desplace según su conveniencia y capacidad de supervivencia o resiliencia.
Todos los estudios científicos relacionados con este recurso se refieren como es lógico a la información de los parámetros oceanográficos y los resultados de la pesca. No toman en cuenta la resiliencia. Pero esta información nos permite saber que desde la década del 60 la merluza tuvo un desplazamiento progresivo de sur a norte. En la década del 70 la merluza estuvo alrededor del Callao, en los 80s en el área de Huarmey, en los 90s en los alrededores de Chicama, y después del 2000 al norte de Punta Falsa, por lo que el esfuerzo pesquero de esta especie se realizo principalmente en la zona norte. Existiendo dos tipos de flota: la industrial arrastrera que opera en la zonas autorizada por el Ministerio de la Producción (PRODUCE) y la flota artesanal que opera mayormente frente a Paita y al norte de Talara.
En el 2003, la pesquería se cerro gracias a una recomendación del IMARPE y un Grupo Internacional de Expertos, que concluyó que había un riesgo inminente de colapso de este recurso y recomendó mantener la pesquería cerrada al menos hasta finales de 2003 (La pesquería estaba cerrada desde el 2002 bajo la forma de “prohibición de pesca para proteger el desove”). Luego se reabrió en el 2004, en que además se asignaron cuotas individuales de pesca que tienen validez por un año y sus saldos no se acumulan de un año al siguiente.
Actualmente sabemos que es muy probable que por factores oceanográficos y su capacidad de resiliencia, la merluza se desplazara masivamente hacia las costas ecuatorianas, donde no existía esfuerzo pesquero dedicado a este recurso hasta hace unos años atrás. Y producto de la prosperidad sin esfuerzo pesquero, recuperara su biomasa inicial y regresara a nuestras costas siguiendo condiciones oceanográficas favorables. Lo que obliga a pensar en una futura administración pesquera compartida Perú – Ecuador.
Esta pesquería, hoy considerada como una de las mas sostenibles en el Perú, se maneja con una recomendación de captura total permisible (CTP) que realiza el IMARPE y con ella PRODUCE determina el coeficiente de participación de cada armador o empresa de acuerdo con sus Declaraciones Juradas de Pesca y la capacidad de almacenamiento neto, asignando las cuotas. No están permitidos los incrementos de flota, ni tampoco la asignación de nuevos permisos de pesca. Existiendo además vedas durante los periodos de desove y regulaciones provisionales referidas a los tamaños de malla de las redes. Las sanciones para aquel que incumpla con las normas establecidas son severas y no se limitan a la suspensión de las actividades de procesamiento, suspensión de permisos de pesca o anulación de las cuotas de pesca.
La flota industrial utiliza redes de arrastre de fondo y no existe ningún estudio especifico sobre el impacto de estas redes sobre el fondo del mar, ni tampoco investigaciones sobre sistemas de escape de juveniles, que si son aplicados a pesquerías similares en otros lugares del mundo. Es importante acotar que en el Perú, al sur del paralelo 7° S esta prohibida la pesca de arrastre, y en algunas zonas al norte de este paralelo, la pesquería de arrastre tiene limitaciones técnicas por que existen en los fondos marinos restos de la explotación petrolífera abandonados.
La flota artesanal en cambio no está sujeta a las prohibiciones relacionadas con las zonas de no pesca. Pero sí debe respetar las vedas reproductivas. Los pescadores artesanales deben tener permisos de pesca válidos, y sólo se permite el uso del palangre como arte de pesca, no deben proveer a las plantas procesadoras industriales y sus capturas deben ser comercializadas únicamente como fresco/refrigerado para el mercado local. Una decisión que por cierto, muchos cuestionan, por que la merluza de mayor tamaño se obtiene con el palangre.
Desde hace años se conoce la existencia de desembarques ilegales o pesca negra de merluza en los distintos desembarcaderos artesanales de la región, esto sucede durante la madrugada. Estas capturas provienen de embarcaciones “aparentemente” artesanales que operan con redes de arrastre de luz de malla muy pequeña, y cuyas cifras de desembarque se estimaban en alrededor de 3 mil toneladas anuales. Incluso se calculaba que estas embarcaciones eran mas o menos 7, que no respetaban además la época de veda, incumpliendo con todas las normas de comercialización, sanitarias e impositivas.
Solo hace unos días, el Sindicato Único de Pescadores del Puerto de Paita (SUPPP), anuncio ante medios de prensa el incremento de la pesca ilegal, advirtiendo que aproximadamente “200 pescadores han tenido que infringir las normas, debido a que las ocho empresas pesqueras para las que trabajaban redujeron el número de embarcaciones para extraer este recurso natural”. Una consecuencia natural que trae la asignación de las cuotas de pesca y la búsqueda de la eficiencia pesquera por parte de las empresas.
El Secretario General del SUPPP, Arístides Chulle Purizaca agrego que: “El Ministerio de la Producción no puede asignar un nuevo límite máximo de captura de Merluza por que las empresas pesqueras no utilizan todas las embarcaciones, por lo tanto no le correspondería dicho porcentaje de pescado que les otorgan. Nosotros también solicitamos al Ministerio de Trabajo que fiscalice a estas compañías con la finalidad que nuestros 200 compañeros retornen a la pesca legal”.
Pero lo mas preocupante de su declaración, fue el anuncio de que la pesca informal (ilegal) extrae aproximadamente 32 mil toneladas anuales, cuando la CTP es de 50 mil toneladas, es decir; la pesca ilegal hoy representa mas del 50% de la CTP. Y los pescadores le piden a las empresas que “sean conscientes sobre esta estadística”, amenazando al PRODUCE, por que si no toma en cuenta sus reclamos, puede que se repita un conflicto social; como el que ocurrió en el año 2012 durante la gestión de la Dra. Patricia Majluf, entonces Vice Ministra de Pesquería, cuando murieron dos personas durante las revueltas.
En una pesquería regulada que ha logrado la sostenibilidad no se deberia aumentar el número de barcos o la captura, por una presion politica, la CTP debe mantenerse y respetarse siempre el criterio o informe científico. Y esto no es negociable. La experiencia peruana con la merluza es un ejemplo a nivel mundial, digno de respeto. Principalmente por los mártires que hoy se pretende usar para ejercer una presión política o sindical.
La sostenibilidad de la pesca en general depende fundamentalmente del respeto de las normas que se establecen para asegurarla, muchas de ellas severas y drasticas. Una pesquería cuya sostenibilidad no esta asegurada, será sometida a la depredación y con ello solo habrá pobreza y miseria entre los pobladores dedicados a esta actividad. Las acciones para brindar oportunidades de trabajo diferentes a la pesca, para una población costera o ribereña, son medidas que se deben ejecutar con razonabilidad, basándose en planes de trabajo bien pensados. Y deben ir de la mano con las medidas que buscan la sostenibilidad de una pesquería.
Los pescadores submarinos vemos esto constantemente. Pero las especies que son nuestro objetivo tienen periodos de vida diversos, algunos mas cortos y otros mas largos. Esto sin embargo es un conocimiento empírico ya que aun no existen muchos estudios científicos al respecto.
Por cierto, los peces viven en un mundo donde la química y la física del agua son fundamentales. Algunos se adaptan y otros no. Los cambios físico químicos del mar, son un factor que hace que los peces se desplacen a los medio ambientes donde determinadas características físico químicas les son favorables. La variabilidad de temperatura, salinidad, nivel mínimo de oxigeno y corrientes marinas, hacen que especies como la merluza, que puede vivir hasta los ocho años (y que alcanza la madurez sexual los 2 o 3 años de edad) se desplace según su conveniencia y capacidad de supervivencia o resiliencia.
Todos los estudios científicos relacionados con este recurso se refieren como es lógico a la información de los parámetros oceanográficos y los resultados de la pesca. No toman en cuenta la resiliencia. Pero esta información nos permite saber que desde la década del 60 la merluza tuvo un desplazamiento progresivo de sur a norte. En la década del 70 la merluza estuvo alrededor del Callao, en los 80s en el área de Huarmey, en los 90s en los alrededores de Chicama, y después del 2000 al norte de Punta Falsa, por lo que el esfuerzo pesquero de esta especie se realizo principalmente en la zona norte. Existiendo dos tipos de flota: la industrial arrastrera que opera en la zonas autorizada por el Ministerio de la Producción (PRODUCE) y la flota artesanal que opera mayormente frente a Paita y al norte de Talara.
En el 2003, la pesquería se cerro gracias a una recomendación del IMARPE y un Grupo Internacional de Expertos, que concluyó que había un riesgo inminente de colapso de este recurso y recomendó mantener la pesquería cerrada al menos hasta finales de 2003 (La pesquería estaba cerrada desde el 2002 bajo la forma de “prohibición de pesca para proteger el desove”). Luego se reabrió en el 2004, en que además se asignaron cuotas individuales de pesca que tienen validez por un año y sus saldos no se acumulan de un año al siguiente.
Actualmente sabemos que es muy probable que por factores oceanográficos y su capacidad de resiliencia, la merluza se desplazara masivamente hacia las costas ecuatorianas, donde no existía esfuerzo pesquero dedicado a este recurso hasta hace unos años atrás. Y producto de la prosperidad sin esfuerzo pesquero, recuperara su biomasa inicial y regresara a nuestras costas siguiendo condiciones oceanográficas favorables. Lo que obliga a pensar en una futura administración pesquera compartida Perú – Ecuador.
Esta pesquería, hoy considerada como una de las mas sostenibles en el Perú, se maneja con una recomendación de captura total permisible (CTP) que realiza el IMARPE y con ella PRODUCE determina el coeficiente de participación de cada armador o empresa de acuerdo con sus Declaraciones Juradas de Pesca y la capacidad de almacenamiento neto, asignando las cuotas. No están permitidos los incrementos de flota, ni tampoco la asignación de nuevos permisos de pesca. Existiendo además vedas durante los periodos de desove y regulaciones provisionales referidas a los tamaños de malla de las redes. Las sanciones para aquel que incumpla con las normas establecidas son severas y no se limitan a la suspensión de las actividades de procesamiento, suspensión de permisos de pesca o anulación de las cuotas de pesca.
La flota industrial utiliza redes de arrastre de fondo y no existe ningún estudio especifico sobre el impacto de estas redes sobre el fondo del mar, ni tampoco investigaciones sobre sistemas de escape de juveniles, que si son aplicados a pesquerías similares en otros lugares del mundo. Es importante acotar que en el Perú, al sur del paralelo 7° S esta prohibida la pesca de arrastre, y en algunas zonas al norte de este paralelo, la pesquería de arrastre tiene limitaciones técnicas por que existen en los fondos marinos restos de la explotación petrolífera abandonados.
La flota artesanal en cambio no está sujeta a las prohibiciones relacionadas con las zonas de no pesca. Pero sí debe respetar las vedas reproductivas. Los pescadores artesanales deben tener permisos de pesca válidos, y sólo se permite el uso del palangre como arte de pesca, no deben proveer a las plantas procesadoras industriales y sus capturas deben ser comercializadas únicamente como fresco/refrigerado para el mercado local. Una decisión que por cierto, muchos cuestionan, por que la merluza de mayor tamaño se obtiene con el palangre.
Desde hace años se conoce la existencia de desembarques ilegales o pesca negra de merluza en los distintos desembarcaderos artesanales de la región, esto sucede durante la madrugada. Estas capturas provienen de embarcaciones “aparentemente” artesanales que operan con redes de arrastre de luz de malla muy pequeña, y cuyas cifras de desembarque se estimaban en alrededor de 3 mil toneladas anuales. Incluso se calculaba que estas embarcaciones eran mas o menos 7, que no respetaban además la época de veda, incumpliendo con todas las normas de comercialización, sanitarias e impositivas.
Solo hace unos días, el Sindicato Único de Pescadores del Puerto de Paita (SUPPP), anuncio ante medios de prensa el incremento de la pesca ilegal, advirtiendo que aproximadamente “200 pescadores han tenido que infringir las normas, debido a que las ocho empresas pesqueras para las que trabajaban redujeron el número de embarcaciones para extraer este recurso natural”. Una consecuencia natural que trae la asignación de las cuotas de pesca y la búsqueda de la eficiencia pesquera por parte de las empresas.
El Secretario General del SUPPP, Arístides Chulle Purizaca agrego que: “El Ministerio de la Producción no puede asignar un nuevo límite máximo de captura de Merluza por que las empresas pesqueras no utilizan todas las embarcaciones, por lo tanto no le correspondería dicho porcentaje de pescado que les otorgan. Nosotros también solicitamos al Ministerio de Trabajo que fiscalice a estas compañías con la finalidad que nuestros 200 compañeros retornen a la pesca legal”.
Pero lo mas preocupante de su declaración, fue el anuncio de que la pesca informal (ilegal) extrae aproximadamente 32 mil toneladas anuales, cuando la CTP es de 50 mil toneladas, es decir; la pesca ilegal hoy representa mas del 50% de la CTP. Y los pescadores le piden a las empresas que “sean conscientes sobre esta estadística”, amenazando al PRODUCE, por que si no toma en cuenta sus reclamos, puede que se repita un conflicto social; como el que ocurrió en el año 2012 durante la gestión de la Dra. Patricia Majluf, entonces Vice Ministra de Pesquería, cuando murieron dos personas durante las revueltas.
En una pesquería regulada que ha logrado la sostenibilidad no se deberia aumentar el número de barcos o la captura, por una presion politica, la CTP debe mantenerse y respetarse siempre el criterio o informe científico. Y esto no es negociable. La experiencia peruana con la merluza es un ejemplo a nivel mundial, digno de respeto. Principalmente por los mártires que hoy se pretende usar para ejercer una presión política o sindical.
La sostenibilidad de la pesca en general depende fundamentalmente del respeto de las normas que se establecen para asegurarla, muchas de ellas severas y drasticas. Una pesquería cuya sostenibilidad no esta asegurada, será sometida a la depredación y con ello solo habrá pobreza y miseria entre los pobladores dedicados a esta actividad. Las acciones para brindar oportunidades de trabajo diferentes a la pesca, para una población costera o ribereña, son medidas que se deben ejecutar con razonabilidad, basándose en planes de trabajo bien pensados. Y deben ir de la mano con las medidas que buscan la sostenibilidad de una pesquería.