El Niño, la danza de Allpapacha, Mamacocha, Yaku y Wayra

Autor: Francisco J. Miranda Avalos, Presidente de la J. Directiva de la ONG Oannes

domingo 2 de julio de 2023

El Niño, la danza de Allpapacha, Mamacocha, Yaku y Wayra

Las fuertes lluvias del verano en la costa del Perú, son un evento recurrente en nuestro desde tiempos ancestrales. La Allpapacha (Continente), la Mamacocha (Océano), Yaku (Lluvia) y Wayra (Viento) escenifican una danza anual desde noviembre hasta abril, todos los años. 


La ciencia desde hace mucho tiempo bautizo esta danza como “La oscilación sureña El Niño” o “El Niño southern oscillation - ENSO”, en clara alusión a la cercanía de la celebración de la llegada del “Niño Jesús” en la navidad cristiana, así como por la gran oscilación pendular de condiciones oceanográficas frías a calientes, y viceversa.


Cada ENSO es diferente, como cada niño humano, y por más ciencia que desplegamos, aún no podemos tener la certeza, de cuáles serán las consecuencias de esa danza ancestral, ni qué proyectos nos está preparando ese elenco de ballet, para los años venideros. Con ese escenario que se monta año a año, el Perú debería ser un país de prevención, pero no lo es.


Con el permiso del Almirante (r) Luis Giampietri Rojas, voy a citar algunas palabras suyas: "El problema está en que el INDECI únicamente hace "remediación" a pesar de que el Banco Interamericano de Desarrollo (BID) y otros, dijeron que tendría que ser primero la prevención. Ahí está la "maña" mis queridos amigos. La prevención tiene controles de todo tipo; hay que hacer subastas, hay que hacer controles previos y posteriores de la Contraloría, etc. Mientras que en la "remediación" se trabaja como estamos viendo ahora; hay que hacer, no importa cuánto cueste, todo esto para evitar la crítica de la gente que está sufriendo ya algún problema serio de habitabilidad, o de riesgo, esa es la "gran maña". Allí no hay ningún control, se gasta y se roba. Creo que mientras esto no cambie seguiremos repitiendo año a año lo mismo y gastando en el mismo sitio lo mismo".


Giampietri da explicación muy clara de lo que nos pasa: La "prevención" es más barata que la "remediación", pero la “remediación” está llena agujeros por donde el latrocinio del dinero de los contribuyentes es posible, y “rescatar” al damnificado de su drama, tiene además réditos políticos evidentes. Un interés o “gran maña” para “picar” el dinero de los contribuyentes, se vislumbra.


Más allá de los intereses ocultos que logran su cometido muchas veces, debemos esperar a noviembre, para saber si efectivamente el Niño tendrá un serio berrinche el verano 2023 - 2024. Y obviamente, dentro de este escenario, actividades como la pesca y la acuicultura marina, ven su futuro con mucha incertidumbre.


Invertir en ciencia debería algo lógico, sin embargo, como ven, no es el estilo ni el interés, de muchos políticos que han gobernado el país, de hecho han sido tan incompetentes que antes de comprender y alentar a la ciencia usando una lógica elemental. Prefirieron enjuiciar a científicos y acusarlos de corruptos o manipuladores de datos. Politizando la ciencia marina peruana y generando tortuosos problemas legales a profesionales de la investigación marina. 


En todo existe una lógica elemental, ¿Es razonable pensar que un sector que da trabajo directo e indirecto a más de un millón de personas solo piensa en el corto plazo? 


La sostenibilidad de las pesquerías, asegura en el largo plazo la supervivencia de recursos como la anchoveta, y solo se logra con ciencia, tecnología, control y vigilancia. A todos les interesa la sostenibilidad.


Es un interés de la nación, por que los recursos naturales son su patrimonio y explotar sosteniblemente estos recursos, asegura ingresos con continuidad en el tiempo de diferentes formas, no solo con puestos de trabajo estables, sino también con tributos.


Obviamente le interesa al empresario pesquero, por que las inversiones en pesca son cuantiosas, requieren de importantes soportes financieros, que no se podrían pagar con una visión de extracción desmedida y cortoplacista.


Le interesa al acuicultor, por que muchos de los productos que cría, dependen de un ingrediente obtenido de la pesca, si ese recurso no es sostenible, tampoco el alimento de su crianza lo será, convirtiendo todo emprendimiento en inviable.


El sistema financiero, que vive de los intereses, no podría estar más interesado en la sostenibilidad. Si un recurso no es sostenible, los empresarios, no podrán pagar las deudas y mucho menos los intereses de los créditos a largo plazo que financian las operaciones de pesca o acuicultura.


Los mas interesados son los pescadores o los trabajadores de una empresa pesquera o acuícola, sin sostenibilidad, su trabajo solo será flor de un día y para los años siguientes, deambulará buscando alternativas laborales.


Todo el tiempo escucho que en la pesca y la acuicultura “hay muchos intereses” y que esto es un gran problema. Pero a mí nunca me han preocupado que la gente o grupos económicos tengan intereses, esto es algo natural, el juego de los intereses, sucede hasta dentro de una familia, donde un niño puede manipular a sus padres por un juguete de su interés. Lo que nos debe preocupar son los intereses que no podemos identificar, entender o que se ocultan intencionalmente bajo la mesa, ya que mientras los intereses estén sobre la mesa, la posibilidad de conciliarlos para un propósito común, siempre es viable. Los intereses a la vista facilitan el desarrollo.


La pesquería de anchoveta en el Perú, es viable, por que es sostenible y si no lo fuese, hace mucho tiempo que las empresas pesqueras habrían cerrado y quebrado, eso también es un razonamiento lógico simple. 


La biomasa de anchoveta observada por el Instituto del Mar del Perú (IMARPE), fluctúa en alrededor de 10 MT desde hace más de 20 años. Pero para llegar ahí, hubo todo un proceso, que comenzó con la autorregulación que las mismas empresas interesadas en la sostenibilidad se han impuesto y propuesto al estado. El mejor ejemplo de ello, es una de las más importantes iniciativas privadas en la historia del sector pesquero, me refiero al Sistema de Control Satelital de Embarcaciones. El Perú fue uno de los primeros países en instaurarlo.


Sin embargo, no son las únicas medidas propuestas por las empresas. También lo ha sido el dinámico sistema de cierre de zonas de pesca, donde se obliga a cada barco a reportar sus capturas y el resultado de un muestreo biométrico con un protocolo oficial, permite detectar la presencia de más de 10% de juveniles, y la bitácora electrónica que facilita al Ministerio de la Producción (PRODUCE) un control minucioso de las operaciones de pesca.


En general, durante los últimos 60 años, la colaboración de la ciencia con la experiencia, ha permitido muchas medidas importantes y fundamentales para lograr la sostenibilidad de la pesquería de anchoveta, una de las más importantes del mundo. De hecho, la medida principal es la protección del recurso en su pico de desove, considerando que es un recurso que desova todo el año, las dos temporadas de pesca, de un promedio de 3 meses cada una, no comienzan hasta que los índices de desove se reducen.


Es falsa la creencia de que la extracción ordenada de anchoveta es tan depredatoria que no queda nada ni para que otras especies se alimenten. Lo cierto es que desde hace más de 10 años, el IMARPE ha recomendado una captura máxima que no ha superado el 35% de la biomasa de adultos, lo que deja el 65% de adultos para las necesidades del ecosistema. Algunos analistas olvidan que los humanos, somos parte del ecosistema.


Desde la promulgación del DL 1084 en el 2008, el sector pesquero pudo ordenarse y hoy el sistema de cuotas individuales, ha permitido una mejor eficiencia en las operaciones pesqueras y por supuesto un tratamiento más saludable al ecosistema, reduciendo el esfuerzo pesquero sobre los cardúmenes.


Más de 60 años de industria pesquera nos han enseñado mucho, el país es líder en el tema y es reconocido por todo el mundo. Menos por los propios peruanos. ¿Qué lleva a tantas personas a desprestigiar fervorosamente a una industria prospera que ha aprendido a buscar la sostenibilidad del recurso que explota? 


Una primera hipótesis para responder a esta pregunta: Existen bajo la mesa intereses ocultos, cargados de “gran maña”. 


Piensa mal y tal vez aciertes, hace algunos años corría el rumor de que algunas de las organizaciones sin fines de lucro (ONGs) que operan en el Perú, servían a intereses de grandes corporaciones internacionales (que son las titiriteras) dedicadas a la industria de la alimentación, que querían tener una parte de la “torta” de los ingredientes marinos que el país produce. Una parte de los aproximadamente tres mil millones de Dólares, que la industria pesquera anchovetera exportaba. Un gran interés detrás.


La estrategia consiste en quebrar a las grandes pesqueras, destruir el sistema de sostenibilidad, para luego comprar barato y cortar el pedazo de la torta ambicionado. Ese pedazo de la “torta” es muy tentador. Una empresa pesquera peruana, líder del sector, logro venderse en cerca de ochocientos millones de Dólares.


Con una gran inversión a largo plazo desde hace más de 10 años, que algunos estiman cercana a los cincuenta millones de Dólares. Una táctica razonable podría ser el mantener organizaciones con muchos empleados que puedan infiltrarse en el Congreso de la República, o en el gobierno de turno, como asesores gratuitos de congresistas o ministros legos, para introducir leyes o medidas, que aparentan favorecer al pescador artesanal, pero en realidad, solo buscan destruir y quebrar una industria. Y otra táctica, también razonable, es inyectar fondos a los medios de comunicación, para que los voceros de estas organizaciones predominen en el espacio mediático, influyendo en la opinión pública, de forma conveniente a sus intereses.


¿Suena a ficción? Tal vez, pero en el mar, hay depredadores muy hábiles, como el lenguado. Capaces de un camuflaje perfecto, para saltar y sorprender a una presa. La frase de cierre, podría ser: “te conozco lenguao, aunque vengas difrazao”.


La danza de los intereses ocultos tiene “gran maña” y no se parece en nada a la que practican Allpapacha, Mamacocha, Yaku y Wayra, una danza natural y recurrente para el peruano, que así como trae perjuicios, trae beneficios. La “gran maña” de estos titiriteros y sus títeres, involucra sórdidos y destructivos intereses, cuyo objetivo es quebrar la industria pesquera anchovetera. No hay que ser ingenuos.