Desinformación verde en la pesca y acuicultura
Autor: Francisco J. Miranda Avalos, Presidente de la J. Directiva de la ONG Oannes
jueves 28 de marzo de 2024
Hace algunos años, conversaba con un veterano periodista sobre las razones por las que apoyaba campañas anti pesca en el sur del Perú. Me dio una respuesta horrorosa: “La industria pesquera peruana solo hace harina y aceite de pescado de anchoveta, si hiciera conservas, metería publicidad en los medios de la región… Pero no las hace, la conservería no es negocio para los industriales pesqueros y los industriales pesqueros no son negocio para la prensa, ¿por qué los apoyaría, si sus enemigos me dan dinero y ellos no?”.
Nuestros “socios estratégicos” respetan nuestra independencia de opinión, no con complacencia total o absoluta, alguna vez cuando no han estado de acuerdo con nosotros, hemos sido “vetados”, con la consecuencia de una reducción de presupuesto para nuestros objetivos.
Tenemos claras diferencias de opinión en muchísimos temas, por ejemplo: nosotros creemos que no es totalmente cierto que el negocio de conservas o el congelado no es rentable, creemos que si lo es, solo que es menos rentable, más complejo y trabajoso. Así como por ejemplo, también creemos que el Programa Nacional de Innovación en Pesca y Acuicultura - PNIPA, fue un programa exitoso del estado peruano, pero se equivocó en no apoyar con decisión a la industria ya establecida, impulsando su innovación y desarrollo.
La libertad de opinión tiene siempre un costo. Nosotros no recibimos fondos del exterior, porque no sabemos qué hay de detrás, tampoco del estado Peruano, porque cuando a un gobernante de turno le somos incómodos, encuentra la forma de fastidiarnos, generalmente a través de la administración tributaria, a pesar de que pagamos impuesto a la renta, IGV y hacemos cosas que el estado debería hacer y no hace.
El financiamiento de medios de prensa del sector pesquero y acuícola es complejo, y eso me trae a la memoria otro recuerdo más: Un amigo, ya fallecido, dueño y director de una prestigiosa revista de la pesca peruana, cuyos contenidos almacenan parte de la historia de la pesquería peruana; entró en serios problemas económicos durante los últimos años de vida. Ante eso comenzó a desinformar y mal informar a través de sus publicaciones, obviamente sus patrocinadores, que ya no financiaban la publicación, soltaron el grito al cielo. Él se reunió con ellos y con una frase típica de un hampón les dijo: “Si quieres que hable bien de ti, auspíciame pues”... Y el auspicio llegaba en la siguiente edición.
En nuestros 27 años de existencia, nosotros hemos mantenido una firme ética profesional y gracias a ello quien nos conoce, nos respeta. Pero ser éticos, molesta a muchos y es fácil decir de nosotros que somos: “defensores de ciertos intereses”, pero olvidan, que “todos” tenemos intereses.
Oannes se jacta de tener una honesta visión holística del Mar de Grau, de sus problemas y sus soluciones, que no tiene ninguna institución nacional, estatal o privada. Y ha construido esta visión solo con el apoyo económico de sus “socios estratégicos” y el trabajo de sus voluntarios. Esta información es pública. ¿Pueden otras organizaciones sin ánimo de lucro jactarse de lo mismo? Como todos tenemos intereses, siempre decimos: “que el diálogo puede solucionar cualquier problema, siempre y cuando, los intereses de cada actor estén sobre la mesa, no debajo de ella”.
No somos un medio de prensa, pero tenemos ademas de una posicion editorial, un sistema de revisión, selección, análisis y archivo de miles de noticias de más de 400 medios de prensa del Perú y del mundo, en un silencioso y abnegado trabajo que nuestros voluntarios realizan todos los días. La publicación de un boletín diario de las noticias archivadas, nos es útil para mantener a nuestros seguidores informados y dispuestos a opinar, generando el diálogo de partes que es en realidad lo que nos interesa. El archivo de notas de prensa de Oannes, hoy, llega a más de 44,000 registros.
Curiosamente, las cosas parecen no funcionar muy éticamente en otras organizaciones. Hace algunos años un amigo me contó que una ONG, allá por el 2015, vendió a un gran patrocinador la “descabellada idea” de que las cuotas de pesca de la anchoveta peruana, se podrían adquirir en el 2018 y que ellos como organización conservacionista podrían adquirir una parte de estas cuotas, para que no se pescara anchoveta durante un tiempo, con la finalidad de recuperar el recurso y luego venderle las cuotas a una empresa de producción de alimentos asociada al patrocinador, con una interesante utilidad para la organización, que usaría esos fondos en sus objetivos de protección a la naturaleza. El patrocinador compró la idea y destino millonarios fondos a esta organización, que dedico tiempo, dinero y personal, a ese objetivo.
En un principio, el relato me pareció increíble, pensé incluso que mi amigo había tenido una pésima percepción. Pero los acontecimientos históricos fueron concordantes con el relato. Eso nos recuerda que debemos ser más suspicaces… “Por tus actos te reconoceré”.
Algunas de estas ONGs dan trabajo a muchos profesionales con una marcada ideología política, diferente del conservacionismo, que es una filosofía ecologista. Camuflados en el sentimiento “verde”, estas personas fabrican minuciosamente desinformación o mala información, aprovechándose de la ignorancia de una población que le da la espalda a su mar. Ellos llegan al extremo de apoyar campañas de descrédito a científicos e instituciones que han ganado su prestigio con muchos años de esfuerzo e investigación con un mensaje directo: “Los científicos son corruptos, se rinden a intereses, no saben nada; créeme a mí”.
Hace solo unos días nomas, un portal público un “informe”, asegurando que “la acuicultura está aumentando la presión sobre la biomasa de peces como la anchoveta. Recalcando que de los 5 millones de toneladas autorizadas, en promedio, para la pesca anual de esta especie, apenas 150.000 toneladas se destinan a productos de consumo humano directo (CHD) y el resto se destina a la elaboración de harina y aceite de pescado”.
Lo tendencioso, se proyecta inmediatamente: No explicando, por ejemplo, qué los 5 millones de toneladas autorizadas por el Ministerio de la Producción (PRODUCE), representan el 30% de la biomasa observada por el Instituto del Mar del Perú (IMARPE), en cada crucero previo a las respectivas temporadas de pesca de anchoveta. Un porcentaje bien estudiado y recomendado por el IMARPE, que ha asegurado la sostenibilidad del recurso anchoveta en más de 15 años y que ha permitido que hoy exista una industria pesquera anchovetera, que le da trabajo directo e indirecto a más de 750,000 personas. El 70% restante de la anchoveta queda en el mar y no es pescada, permitiendo la reproducción y renovación de una especie que tiene una vida corta promedio de 3 años, y que además alimenta a todos los demás depredadores del ecosistema marino de la corriente peruana, gracias a ello hay prosperidad de especies como el atún, jurel, caballa o bonito. Se usa mucho el termino "manejo ecosistémico", pero se olvida que el ser humano, también es parte del ecosistema.
Entre las medias verdades que se exponen, cierto es, que solo 150,000 toneladas de anchoveta se convierten en productos de CHD, y más del 50% de esa materia prima, se destina a la elaboración de harina y aceite de pescado, mucha de ella ilegal. Sin embargo, no se dice que las empresas pesqueras formales autorizadas para procesar anchoveta entera y convertirla en harina y aceite de pescado, están prohibidas de hacer productos de anchoveta para CHD, como conservas, congelados o cualquier otro producto, de sus propios barcos y de su propia cuota. A pesar de que durante muchos años han reclamado el poder hacerlo y el estado no se los permite.
Aparentemente equilibrado, el informe, toma palabras de diferentes posiciones, un especialista, por ejemplo, asegura que casi toda esa harina y aceite de pescado no es para nutrir a las personas, sino para darle de comer a los salmones y otros peces caros, no asequibles a la mayoría y que es una pena que se use para eso. Aunque esto es parcialmente cierto, la harina y aceite de pescado se puede usar en la alimentación humana de múltiples formas, variando la estructura de producción y adecuándose a determinadas condiciones sanitarias. Es el estado peruano el que no ha querido promover estos cambios con convicción.
Sabemos, desde 1965, que es posible usar harina y aceite de pescado con extraordinarios resultados en la alimentación humana. Con el enorme valor nutricional de la harina y aceite de pescado, muchos de los problemas de anemia y malnutrición del país, serían superados fácilmente. Pero se necesita un estado peruano, que comprenda y establezca correctamente su política en pesca y acuicultura, y sobre todo, la sostenga en el tiempo.
Estas ONGs forjan una clara tendencia dedicada a la destrucción de una industria porque consideran absurdo procesar 4 toneladas de anchoveta entera, para producir 1 tonelada de harina de pescado y algunos litros de aceite de pescado, a fin de alimentar animales y llevar a través de ellos la proteína al ser humano (Consumo Humano Indirecto - CHI), cuando se puede comer la anchoveta directamente. Bueno, nosotros también pensábamos igual hace 27 años. Parece absurdo e ineficiente, pero hemos comprendido que no lo es.
Cualquier industria se desarrolla sobre la base de las necesidades del mercado, que son las que dirigen los objetivos de un emprendimiento. Y para comprender esto existe la necesidad de conocer la historia de la industria pesquera peruana, sus etapas, sus aciertos, desaciertos, correcciones y detalles. Ya que se ha recorrido un largo camino de más de 60 años.
La producción de harina de pescado en el Perú, tuvo un auge importante en la década del 70 como alimento para animales, porque el país vivía una dictadura militar que enfrento un tema de seguridad alimentaria con carencia de proteína, éramos un país acostumbrado a proveerse de proteína de carne vacuna, mucha de ella provista por Argentina y el abastecimiento de ese producto cayó a los niveles históricos más bajos. Así que incluir un alto porcentaje de harina de pescado en la fórmula de la alimentación de pollos, era una solución, aunque más de 15% de harina en la fórmula le diera al pollo un evidente sabor a pescado.
Con el tiempo, apareció convenientemente el mito de que la anchoveta fresca era “alergénica” para el humano, por tanto, se pensó que dedicarla a la alimentación de pollos, previa reducción en harina, era una solución. La industria pollera peruana, creció alimentando este mito y muchos industriales polleros invirtieron en la industria pesquera anchovetera para controlar una materia prima fundamental para sus intereses. Pero también, se comenzó a usar la harina de pescado como parte de la fórmula de la alimentación de langostinos y las cosas comenzaron a cambiar.
En la década del 90, el hoy desaparecido Instituto Tecnológico Pesquero, rompió finalmente el mito “alergénico” de la anchoveta fresca y comenzó una fuerte corriente para alimentar directamente a la población, con anchoveta en conservas y otros diferentes productos del mismo insumo, desarrollados por la misma institución. Curiosamente, pocos saben, que en el 1975, el entonces gobierno militar, había montado un proyecto de producción de conservas de anchoveta en Ilo, que quedo congelado en el tiempo por más de 30 años, porque el gobierno militar llego a su fin y comenzó un periodo democrático que descarto todo lo anterior, por bueno que fuese, simplemente porque “eran ideas de los militares”.
De haber continuado con las políticas de promoción del uso de anchoveta para productos de consumo directo, hoy este producto habría encontrado y establecido un nicho firme en el mercado. Pero se dio marcha atrás. La regulación establecida por los militares, solo permitía hacer harina y aceite de pescado, si se tenía producción de congelados y conservas, productos destinados al CHD. Cosa que cambio en los años 90, permitiéndose la producción de harina y aceite de pescado de anchoveta entera, sin la obligación de fabricar conservas o congelados.
Creer que la anchoveta no se ha insertado en la dieta de los peruanos debido a la poca aceptación de esta especie entre los consumidores, es un error. La anchoveta, pese a ser un alimento de alto valor nutricional, no se ha consolidado a la dieta de los peruanos, principalmente por falta de oferta y de interés nacional. El mismo estado derogó cualquier norma que promovía la promoción de producción de anchoveta para CHD, así como otras normas que favorecían su producción. Pero lo más importante es que la anchoveta no podrá jamás competir con el atún, el jurel, caballa o bonito en el CHD. Porque su fuerte sabor se debe fundamentalmente a un ineficiente sistema de conservación desde su captura que eleva sus niveles de histamina muy rapido, pero nadie dice nada sobre esto, por que existen muchos intereses de la actividad pesquera ilegal que juegan en pared, con los de los “verdes”. Uno quiere ocupar el espacio de la industria formal, sin formalidades; y el otro que es enemigo de la industria, porque tiene sus propias ideologias, o defiende otros intereses de artistas o de quién sabe quién, que pagan sus salarios.
Como verán, comprender el sector no es fácil, y los políticos de turno que han gobernado el país, se alinean con lo que les da popularidad, no importa si está errado o no. Existe una absoluta ausencia de responsabilidad del estado peruano y sus gobernantes de turno, llegando inlcuso al absurdo. Tenemos prestigiosas entidades de investigación y contamos con profesionales de primer nivel a los que no se les hace caso alguno, pero sí se recorta, año a año, los recursos de sus instituciones destinados a la investigación y desarrollo, para entregar diversos bonos económicos o dádivas, en compra de simpatías politicas, con el dinero de los contribuyentes.
La industria pesquera o acuícola privada, antes que producir mas empleos y riqueza como debiera, vive buscando protegerse de todo ataque a sus inversiones, generados por el estado, los gobiernos y “los verdes”. Por otro lado los empresarios de CHI y CHD parecen no darse cuenta de que son una sola industria, que requiere unión de intereses y alianzas estratégicas. Cualquier enemigo aprovechará esta división, atacando primero el CHI y después el CHD, con una simple táctica de “divide y vencerás”. Que es lo que está sucediendo.
Dentro de este escenario, observamos con pena, a profesionales, biólogos, industriales, acuicultores o pesqueros, que no se dan cuenta de que si no se involucran en la defensa de su sector, pronto no tendrán sector. No reconocen al enemigo existente, que con desinformación, interpretaciones sesgadas y/o parciales de la realidad, destruyen su futuro.
No es cierto, por ejemplo; que solo 7 empresas son dueñas de la cuota de la pesca de anchoveta, un 25% de la cuota pertenece a cientos de embarcaciones, denominadas “Vikingas”, que prosperan vendiendo la pesca de su cuota a las plantas pesqueras autorizadas. Son frágiles empresas que dependen de una regularidad estatal para la apertura de las temporadas de pesca. Si una temporada de pesca no se abre, entran en crisis más rápido que una empresa grande y consolidada, sus embarcaciones son embargadas por la autoridad tributaria (que ahora es juez y parte) y obviamente con la principal herramienta de trabajo bajo embargo, se hace imposible pagar cualquier deuda y la bancarrota es su destino. ¿No era que la SUNAT no debe quebrar empresas? La industria pesquera anchovetera, incluyendo a los “Vikingos”, pesca sus cuotas que no son más del 30% de la biomasa observada, permitiendo la sostenibilidad del recurso.
La decisión de abrir una temporada, le corresponde al PRODUCE en la persona del ministro de la Producción. La ley lo faculta a tomar una decisión basada en tres criterios: biológico, social y económico. El IMARPE alimenta únicamente el criterio biológico, recomendando los límites que protegen la sostenibilidad de la especie.
La información que ha proporcionado el IMARPE durante el escenario de cambios oceanográficos del 2023, ha sido objetiva, la biomasa de anchoveta está saludable. Pero hoy nuestro principal reto es determinar la razón por la que la anchoveta se reproduce desde los 10.5 cm y no crece mucho más. Esto amerita un gran esfuerzo de investigación, reflexionando respecto a que tal vez nuestro enfoque de capturar solo a los adultos de tallas mayores de 12 centímetros, dirige nuestro esfuerzo pesquero sobre los individuos con mejor carga genética, en el afan de proteger juveniles.
Establecer una política de captura de porcentajes de cada una de las diferentes tallas, desde la talla de reproducción y algo de juveniles, es viable; tanto como reducir la talla mínima legal de captura, que es una herramienta administrativa que ha sido usada en la historia pesquera nacional muchas veces para otras especies marinas y no tendría por qué horrorizar a nadie. La ciencia necesita de la prueba y el error. Y las autoridades deben comprender que el manejo de una pesquería tiene que ser dinámico y adaptativo.
Ciertamente, existen ventajas tributarias relacionadas con la exportación de harina y aceite de pescado. Pero, es simplista inferir que le conviene a las empresas exportar antes que vender en el mercado interno. Si uno analiza “a priori” la estructura de la fórmula de los alimentos balanceados para la alimentación animal, descubrirá que la harina y el aceite de pescado no son los únicos insumos, existen otros insumos en la fórmula, que son más caros, porque son importados y están sujetos a aranceles de importación que encarecen la producción nacional de alimentos balanceados para animales.
No se quiere entender que el desarrollo de la acuicultura nacional de especies nativas, algunas de estas carnívoras, depende fundamentalmente de la sostenibilidad de la anchoveta, así como de la harina y aceite de pescado, producto del que somos líderes en producción. La industria acuícola chilena consume toda la harina y aceite de pescado que produce, e incluso importa lo que le falta de Perú y otros productores. Esto es algo que sucederá en el Perú, y cualquier análisis prospectivo, lo mostrará.
Al desarrollar en el país, la industria acuícola de especies carnívoras como el lenguado, corvina, chita, trucha, langostino o paiche (las más rentables y demandadas del mercado), le daremos un enorme valor agregado a nuestra harina y aceite de pescado de anchoveta. La industria pesquera y acuícola nacional, están vinculadas íntimamente, una depende de la otra y ambas tienen como prioridad e interés primordial asegurar la sostenibilidad de la anchoveta, sin ella no habrá futuro.
Cuando suceda, los acuicultores del mundo deberán preocuparse por como sustituirán este ingrediente marino de sus fórmulas de alimentos. Algo que ya esta sucediento gracias a sus inversiones en investigación, innovación y desarrollo. La harina de los insectos y algunas lombrices serán los sustitutos del futuro. Y cuando nuestros ingredientes marinos, sean muy caros para alimentar animales y haya suficientes sustitutos para mantener la sostenibilidad de la crianza acuícola mundial. Es muy probable, que recién entonces, miremos seriamente el uso de harina y aceite de pescado en la alimentación humana.
Se pretende convencer a la opinión pública, de que las empresas de la Sociedad Nacional de Pesquería (SNP) "recien buscan” pescar en áreas marinas protegidas, sin embargo no es cierto, porque la industria pesquera anchovetera ha pescado de manera continua y con normalidad en las aguas de la Reserva Nacional de Paracas (R.N.P.) por más de 45 años, respetando siempre las reglas de manejo sostenible de acuerdo a las disposiciones dictadas por el Ministerio de la Producción y respetando la zona de reserva especial de las 5 millas.
SERNAMP, como entidad del Ministerio del Ambiente (MINAM) aplico recien en el 2020, caprichosamente, una disposición que reconoce solamente la posibilidad de desarrollar pesca artesanal de anchoveta en el área marina de la R.N.P., recortando 112,000 hectáreas a la pesca industrial después de las 5 millas, sin ningún sustento técnico. Es curioso que la restricción se refiera exclusivamente a la pesca de anchoveta, porque las embarcaciones industriales pueden seguir pescando jurel, caballa, bonito o atún, dentro del área de la reserva y fuera de las 5 millas, sin problema alguno. Obviamente, esto es "carnecita" para los "verdes" y obviamente tambien, levanta las suspicacias de la industria pesquera respecto a las acciones que ONGs enemigas de la industria, con influencia en el MINAM, pretenden imponer.
El D.S. Nº 1281-75 AG de creación de la Reserva Nacional de Paracas, aprobado en el año 1975, dice:
“Artículo 2°.- El Ministerio de Pesquería normará, orientará y controlará la explotación racional de los recursos hidrobiológicos existentes dentro del área establecida para la Reserva.
La Ley N.º 26834 – Ley de Áreas Naturales Protegidas y su Reglamento, establece que su finalidad, entre otras, es mantener y manejar los recursos hidrobiológicos para la producción de alimentos y base de actividades económicas, y dispone que su aprovechamiento comercial se efectúe mediante planes de manejo regulados por la autoridad nacional competente. Precisando que el ejercicio de los derechos adquiridos con anterioridad (Preexistencia) se hará en armonía con los objetivos y fines de las áreas.
Que bueno que un grupo de científicos y actores de Hollywood le envíen cartas a la presidenta, expresando su preocupación por esta situación. Pero la administración de la pesca y acuicultura nacional le corresponde a los peruanos, que han ganado ese derecho con sus propios errores y aciertos y con su propia ciencia. La restricción de la pesca de anchoveta a la flota industrial en la R.N.P. no tiene sustento y carece de la opinión del IMARPE y PRODUCE, que son las instituciones competentes para determinar qué, quiénes y dónde se puede pescar en el litoral peruano.
El mundo come más pescado procedente de la acuicultura que de la pesca tradicional, es cierto. La acuicultura es una actividad sostenible, capaz de alimentar a la población y de ayudar a salvar la biodiversidad marina. Para el 2014, la población mundial consumió por primera vez más alimentos procedentes de acuicultura que los procedentes de la pesca. Esta proporción seguramente superará el 65 % para el 2030, debido al aumento de la población y al estancamiento de la pesca extractiva.
Hoy la acuicultura aporta a la economía circular, aprovechando eficientemente diversos productos residuales de otros sistemas de producción. Existiendo la acuicultura multitrófica integrada, sistemas de recirculación cerrados que reutilizan el agua. Y moluscos como el mejillón o algas que mitigan los efectos del cambio climático con carbono azul. La acuicultura es una tecnología que permitirá erradicar la pobreza, y algunos de los objetivos sociales, económicos y ambientales de Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible (ODS).
Algunos “verdes” reclaman que la acuicultura destruye la biodiversidad marina. Argumentando que la conversión de alimento para producir 1 kilo de pescado utiliza más de 5 kilos de los pelágicos convertidos en harinas o aceites de pescado. Pero están desactualizados, hoy sabemos que es factible producir un 1 kilo de pescado con solo 1,1-1,2 kg de alimento balanceado con un bajo porcentaje de harinas y aceites de pescado en la fórmula, la lucha por una formulación eficiente de los piensos es diaria. La acuicultura avanza con rapidez en conocimientos de la genética y mejora de las especies de crianza, apoya en muchos casos programas medibles de repoblamiento, y hasta se preocupa de la salud “emocional” de los animales de crianza. Un animal feliz crece bien y sabe bien.
En general, muchos de los mitos sobre la pesca y acuicultura son solo especulaciones o fantasías de “verdes” sentados en sus escritorios pensando como justificar sus salarios, pagados por intereses específicos anti pesca o anti acuicultura. No confiamos en ellos, no les creemos, son enemigos del progreso en el país. Y no somos tontos, recuerden que en el Perú tenemos una vieja frase: “Para hablar y comer pescado, hay que tener mucho cuidado”.