Bomba, bomba, ¿maldita bomba?

Autor: Francisco J. Miranda Avalos, Presidente de la J. Directiva de la ONG Oannes

lunes 6 de junio de 2022

Bomba, bomba, ¿maldita bomba?

Parece la letra de una canción de salsa o cumbia quizás, pero no.


La biodiversidad del borde costero es atacada todos los días por malas prácticas pesqueras, algunas ya reguladas y otras aun no reguladas; como la pesca con explosivos, irrespeto a las tallas mínimas, destrucción de praderas de algas, buceo nocturno, traqueteo, uso del chinchorro, del zambullo y el ingreso de embarcaciones "mal llamadas" artesanales, que pescan con redes de cerco o arrastre dentro de las 3 millas, zona que expresamente está prohibida para estas embarcaciones rederas, incluso si son "artesanales", como las normas actuales los definen. Como ven, la pesca con explosivos es solo uno de nuestros problemas.


Nuestra organización ha mantenido durante toda su existencia (más de 25 años) una posición consistente y coherente respecto al borde costero peruano y los pescadores artesanales de orilla, embarcados y no embarcados, que usufructúan este medio ambiente, de alta biodiversidad entre los 0 y 80 metros de profundidad.


La mala definición de la pesca artesanal no permite una buena administración de este grupo que se ha incorporado a la denominación "pesca artesanal" y hoy engrosa las filas de este régimen, buscando acogerse a las diferentes excepciones, exoneraciones, reducción de multas y privilegios que el estado peruano otorga al sector artesanal sin diferenciarlo adecuadamente, generando un crecimiento desmedido de este sector claramente documentado en las encuestas ENEPA I, II y III efectuadas por el IMARPE y que seguramente se confirmará con la próxima ENEPA IV.


Si no solucionamos esto, la ilegalidad, impunidad y la informalidad, seguirá reinando en el régimen artesanal. Y como consecuencia de ello, el borde costero peruano y su alta biodiversidad seguirá siendo depredada a vista y paciencia de todos, perjudicando principalmente al pescador artesanal de orilla, embarcado y no embarcado, hasta desaparecer esta actividad que el estado peruano siempre quiso proteger.


Felizmente no hacemos todo mal, y gracias a FONDEPES, vemos con esperanza que hoy especies nativas del mar peruano y su borde costero; como el lenguado, la corvina y la chita, están en tímidos programas de domesticación de especies nativas para la producción acuícola. Un real esfuerzo de profesionales conscientes y dedicados, que luchan contra la incomprensión de muchos políticos y administradores de turno, a los que solo los guía el provecho personal y no el amor a su tierra, su patria o su nación.


Una nueva era histórica en la evolución de la humanidad, comenzó ya y sigue progresando desde hace años. Al igual que en los continentes el hombre dejo de ser cazador y recolector de frutos para pasar a ser ganadero y agricultor, en el mar la evolución nos llevara a dejar de ser pescadores y recolectores de peces únicamente, para sembrar los mares y desarrollar la crianza en ellos, incluso con técnicas combinadas de producción como la acuaponía, que nos muestran claramente cuál es el futuro que debemos alcanzar, no solo a nivel del mar, sino también en las alturas, donde el aire enrarecido y las heladas hacen difícil, pero no imposible la producción de alimentos.


La esperanza del PNIPA II surge una vez más, seguramente comenzará a fin de año. Y es tiempo de replantear el camino y la forma en que debe dirigirse el financiamiento de la innovación en pesca y acuicultura…se me ocurren tantas cosas; acuaponía de truchas con papa para la puna, camarones con tilapias, tomates y lechugas; conchas de abanico, lenguados, chitas o corvinas con cultivos de salicornia, para acuaponía de agua de mar. Innovación y creatividad que genere ideas para combatir una hambruna que amenaza al mundo.


Solo hace unos días la industria pesquera anchovetera presento un extraordinario producto: un nuevo “Concentrado proteico hidrolizado y desodorizado de anchoveta”, sin olor, ni sabor a pescado, que puede usarse como un enriquecedor de alimentos sumamente útil para combatir la anemia y malnutrición en todo el país. Un proyecto 80% financiado por el PNIPA I, el interés de APROPISCO y la tecnología del CITEpesquero Callao (antes Instituto Tecnológico Pesquero, líder de la innovación pesquera peruana), columna vertebral de la red de CITEs del Instituto Tecnológico de la Producción (ITP) del Ministerio de la Producción (Produce).


Este esfuerzo no comenzó con el PNIPA I, es el resultado de un desarrollo tecnológico de años. Conseguir producir un alimento funcional con más del 80% de proteínas libre de olor y sabor, abriendo la posibilidad de reemplazar otras proteínas de origen animal como ingrediente en alimentos, es solo un tramo del camino.


Un camino que comenzamos a recorrer salvando de la desnutrición a la niña Isabelita Lara, en el antiguo y desaparecido Hospital El Milagro, en Chorrillos, en 1964, enriqueciendo sus alimentos con harina de nuestra bendita anchoveta, rica en micronutrientes y minerales; como potasio, hierro, fósforo, calcio y un altísimo nivel de vitamina A y D en su componente graso y omega 3. Que superan a los que otorgan otras carnes como las de las aves o la de los bovinos.


Todo pueblo que olvida su historia está condenado a cometer los mismos errores que su historia relata, pero también desprecia con ello sus grandes aciertos. La anchoveta una vez más surge como la solución a la amenaza de hambruna. El antiguo peruano utilizó la anchoveta para secarla, una vez seca la podía almacenar para dos usos fundamentales: fertilizar sus cultivos y alimentarse en tiempo de escasez.


Hoy la ciencia nos abre nuevas posibilidades tecnológicas, la harina de pescado puede alimentar animales de crianza, terrestres o acuáticos, con eficiencia y rentabilidad. Y un concentrado proteico hidrolizado y desodorizado de anchoveta, nos puede servir para enriquecer alimentos y combatir la malnutrición humana.


Las condiciones oceanográficas del mar peruano han sido siempre las que han establecido las pautas de la productividad de nuestro país, no solo en el mar, sino también en el territorio continental bañado por la corriente fría de Humboldt. Estas condiciones "Niña" siempre fueron favorables para la productividad marina y eso explica la abundancia de anchoveta, pejerrey y calamar, que a su vez significan un notable incremento de depredadores como el jurel, caballa, bonito, atún en ambientes pelágicos, así como en el borde costero; lenguados, corvinas etc. Y en el continente el maíz, la papa y la quinua, plantas nativas del Perú, que también prosperan con estas condiciones. Si el Perú corre riesgo de hambruna, no es por la guerra en otros lugares del mundo, ni por la flojera de los peruanos, sino por la ineficiencia y falta de previsión de los administradores y gobernantes, que son incapaces de aprovechar la laboriosidad del peruano, así como las benignas condiciones climáticas que hoy existen.


Me resulta ciertamente irónico que la palabra “bomba” signifique tanto la ignorancia de aquel mal pescador que usa explosivos destruyendo la biodiversidad de los fondos marinos y el futuro acuícola costero peruano basado en sus especies nativas; como el bendito ingenio, creatividad y esfuerzo de técnicos pesqueros peruanos que han desarrollado una “bomba” alimenticia desde el proceso de secado ancestral de la anchoveta, para viabilizar la crianza eficiente de animales y el combate a la malnutrición humana.


Tengamos una perspectiva diferente, ya que cercanos al día del campesino y del pescador, me sale del fondo del corazón ¡Viva el Perú! ... que es más grande que sus problemas.