A Carlos D. Mesa: Mi libro es una crítica a la intención expansionista de Chile

Entrevistador: Cecilia Dorado Nava

lunes 11 de julio de 2016

EXPRESIDENTE, PERIODISTA, ESCRITOR Y VOCERO DE LA CAUSA MARÍTIMA "La historia del Mar Boliviano", así titula el nuevo libro que presentará Mesa la próxima semana. Cuestiona las "invasiones" de Chile y pone sobre la mesa una visión más integral de la relación histórica de Bolivia con el mar 08/07/2016 El vocero de la causa marítima y expresidente Carlos D. Mesa pone todas las cartas sobre la mesa y critica duramente, con argumentos históricos, la política expansionista de Chile y su falta de voluntad para dar señales de una actitud pacifista en el tema marítimo. Así lo refleja en su nuevo libro "La historia del Mar Boliviano" que será presentado oficialmente el miércoles 13 de este mes, en el Centro Cultural Gisbert de La Paz. Se trata de una obra que pretende aportar a la comprensión integral de la relación histórica entre Bolivia y el mar, desde el periodo prehispánico hasta la fecha. "Mi compromiso tanto como persona, como presidente, como representante de la causa marítima y, por supuesto, como historiador, es una de las razones más importantes para escribir este libro, además de otras de carácter espiritual y emocional", confesó el autor, en una entrevista exclusiva con EL DEBER. ¿Cuáles son las principales revelaciones que hace en esta obra? La idea del libro no es plantear ninguna cuestión nueva o una información desconocida por parte de los bolivianos. La idea es establecer una historia desde el periodo prehispánico, incluso desde antes de la llegada de Tiwanaku y de los incas, hasta la demanda planteada por el presidente Evo Morales, en una secuencia cronológica ordenada, coherente y de fácil comprensión, acompañada por un material fotográfico de imágenes y mapas que complementan el texto, y que le permiten al lector un conocimiento integral de lo que fue y de lo que es la historia del mar, pero sobre todo del vínculo estrecho entre Bolivia y el mar desde tiempos inmemoriales. Usted habla de una “relación íntima” entre Bolivia y el puerto de Arica ¿cómo se sustenta? La relación de Bolivia con Arica ha tenido un vínculo estrecho, porque Arica fue el puerto natural de exportación de toda o casi toda la plata del Cerro Rico de Potosí. El transporte por llamas y mulas desde Potosí hasta Arica permitía la exportación de la plata a puertos españoles. Este es un elemento clave. Arica tenía sentido de ciudad porque recibía la plata de Potosí y la prueba de ello es que cuando Arica recibe el escudo de armas de la ciudad en el siglo XVII, durante el reinado de Felipe IV, en la parte superior de escudo está el Cerro Rico como una evidencia clarísima que vincula a esa ciudad con Potosí. Lamentablemente ni en el tiempo de la audiencia de Charcas, ni en el tiempo de la Independencia se logró que Arica forme parte del territorio boliviano. Esta es una contradicción, porque originalmente y por las razones explicadas, Arica siempre debió ser parte del territorio nacional, tanto en la época colonial como republicana, pero jurídicamente nunca ocurrió. ¿Este antecedente histórico puede ser presentado como una prueba en la demanda marítima de Bolivia contra Chile? No desde el punto de vista jurídico, porque jurídicamente nunca hubo una dependencia (de Arica) vinculada a la Audiencia de Charcas o a Bolivia. Objetivamente no hay ninguna razón jurídica, pero uno puede explicar por qué Arica fue un puerto natural de Bolivia y por qué hoy sigue siendo el puerto natural del país; por qué en las negociaciones a lo largo del siglo XX que se hicieron entre Bolivia y Chile --cuando todavía no se había decidido el destino de Arica tomada militarmente por Chile--, esta ciudad fue siempre una de las aspiraciones de Bolivia. Nuestra mirada al Pacífico casi no se puede entender sin nuestra salida y entrada comercial a Arica. ¿Qué otros elementos muestra en el libro de esta relación de Bolivia con el mar? Primero, se muestra una cantidad muy importante de restos arqueológicos y de testimonios textiles, cerámicos y de momias del territorio de Atacama, que era la costa boliviana, y que evidentemente tienen un nexo directo con las culturas andinas durante el esplendor o influencia de Tiwanaku sobre el territorio de Atacama. Luego, la presencia inca cuando se construye el Kollasuyo, que incorpora la zona del lago Titicaca, los salares y también el desierto de Atacama como parte del imperio En el periodo Virreinal hacemos una secuencia de lo que representa la incorporación del Litoral a través de Potosí. Luego la historia tiene una secuencia con el nefasto tratado de 1866 firmado por Mariano Melgarejo que fue el principio del desastre de la relación de Bolivia con el tema del mar, la Guerra del Pacífico, el peor desastre del Tratado de 1904. También se muestra algo muy importante y positivo que es el reconocimiento en el libro de una política exterior boliviana muy coherente, algo que en general no se quiere reconocer: Que Bolivia tuvo una línea indeclinable desde 1910 hasta hoy para fortalecer las relaciones de negociación con Chile y la prueba de que Chile hizo compromisos a lo largo de casi un siglo de negociar con Bolivia para otorgarle una salida soberana al mar y que hoy es la base de la demanda marítima. El libro termina, y espero que no sea el final, el 24 de septiembre de 2015 con el fallo favorable de la Corte de La Haya en la demanda preliminar de incompetencia. Sin embargo, espero tener una nueva edición en la que podamos desarrollar el desenlace que todos deseamos sea positivo para Bolivia. ¿Qué fotografías inéditas incluye en la obra? Es una recolección de material conocido y desconocido. Diría que un 10 a 20% de las imágenes son inéditas o poco conocidas. He buscado en archivos peruanos, por ejemplo, para hacer referencia a la Guerra de 1866 en la alianza Chile, Perú, Bolivia y Ecuador contra España; la instalación de cañones en el puerto del Callao en Perú; la imagen del Cerro Rico de Potosí en el escudo de Arica no es inédita pero nadie se había percatado de ello; tengo algunas fotos muy interesantes de cómo lucía la ciudad de Antofagasta durante los meses de la invasión chilena; y luego hice una selección de imágenes de los personajes más importantes como presidentes, negociadores y ministros de relaciones exteriores de Perú, Bolivia y Chile, lo que ayuda a tener una mirada complementaria. ¿Cree usted que este libro puede generar una reacción negativa por parte de Chile? El libro no pretende ser polémico ni confrontacional, por supuesto la posición de Bolivia es totalmente clara y la crítica que hago históricamente a la intención expansionista de Chile desde los años 30 del siglo XIX está clara. Un libro que hable de la historia del mar boliviano tiene que afirmar que Chile tenía un afán expansionista desde la primera guerra con Chile, en la Confederación Perú-Boliviana, pasando por el proceso de invasión unilateral e injusta a Antofagasta; así como los compromisos no cumplidos por parte de Chile que son más que evidentes. Esta secuencia histórica te lleva a una conclusión que no es una manipulación de los datos históricos, sino que es la constatación de que Chile no actuó con buena fe en el proceso tanto de expansión hacia el norte como de toma violenta del territorio boliviano. El presidente Evo Morales ha advertido que hay un afán armamentista de parte de Chile con la adquisición de nuevos misiles de EEUU. ¿Podría pensarse que esa política expansionista de Chile continúa hasta hoy? Son contextos distintos. Hoy sería impensable una invasión militar, física o una toma de territorio de parte de Chile a Bolivia. Sin embargo, lo que hay que observar, por ejemplo, es que el proceso de desminado de la frontera entre ambos países no avanza al ritmo que debiera, Bolivia tiene toda la razón del mundo para decir que Chile no puede hablar de una actitud de pacifismo si todavía tiene una parte fundamental de la frontera minada, estamos hablando de más de 13.000 minas instaladas hace años. Lo que en este momento debemos intentar es encontrar una solución definitiva a nuestra mediterraneidad, lo más importante es lograr éxito en la demanda marítima. ¿Qué pasa con el Silala? El tema del Silala está incluido en el libro porque tiene que ver con un problema integral en la relación bilateral. Además del mar, hay dos temas imprescindibles en la relación Bolivia-Chile; uno es el Silala y el otro es el Lauca. En ambos casos se confirma una actitud permanente por parte de Chile con relación a Bolivia, en el sentido de que Chile no tiene una voluntad real de construir lazos de credibilidad y de tomar acciones que sean razonables de los vecinos que tienen un respeto mutuo. En el caso del Lauca, en 1962, Chile desvía unilateralmente un río de curso sucesivo cuyo 50% de aguas le corresponde a Bolivia, por lo tanto, cualquier acción de Chile sobre el río en su territorio tenía que haber sido consultada a Bolivia, pero eso no ocurrió y en 1962 el desvío unilateral y arbitrario de Chile provoca el rompimiento de las relaciones diplomáticas. El otro tema es el Silala, la historia comienza en 1908 cuando se produce un contrato entre la Prefectura de Potosí y una empresa privada internacional que en ese momento administraba el ferrocarril entre Bolivia y Chile. Ese contrato luego fue aprovechado de forma ilegítima por Chile y hoy tiene la pretensión de decir que las aguas del Silala son parte de un río de curso de aguas sucesivas, lo que es inaceptable. En consecuencia, no se puede dejar de hablar del Silala y del Lauca cuando se habla del mar, porque eso muestra la actitud permanente de las relaciones internacionales de Chile con Bolivia. Teniendo en cuenta los argumentos históricos que usted expone en el libro, ¿lo más natural sería pensar en una salida soberana al mar a través de Arica? Como vocero de la causa marítima no puedo expresar mi opinión como persona, pero una de las lógicas de la estrategia política del país sobre el tema del mar es clara: Bolivia no hablará de ningún tipo de opción posible, no vamos a hacer ninguna referencia de qué es lo que nosotros quisiéramos o entendemos por salida al mar o cuáles serían los elementos de esa negociación hasta que la Corte de La Haya no pronuncie un fallo definitivo sobre el tema.

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