Y despues de La Haya..¿qué?

Autor: Marcos Kisner

sábado 21 de junio de 2008

¿Y DESPUES DE LA HAYA, QUE?

“La ausencia de la palabra adecuada no es un defecto del idioma sino una deficiencia en el derecho, que cuando se trata de subsanar, crea un problema no siempre resuelto con precisión”.

El 12 de junio del presente año, Oannes transcribió una nota de la revista Caretas en la cual daba a conocer la publicación del libro: “La imaginación creadora y el nuevo régimen jurídico del mar”, escrito por el embajador Juan Miguel Bákula, un patriarca de la diplomacia peruana y quien presidió la delegación peruana en la Conferencia de Naciones Unidas sobre el Derecho del Mar y, además fue por tres períodos consecutivos, miembro del Consejo Ejecutivo de la comisión Oceanográfica Intergubernamental con sede en París.

I
La Convención de la Naciones Unidas sobre el derecho del mar es un tema que ha desatado polémicas y pasiones en los últimos años.

La obra del embajador Bákula, a quien le tocó ser protagonista de muchos hechos referidos a la Convemar durante su carrera diplomática, trata sobre el régimen jurídico del mar, propone una visión del significado que la aplicación de la Convemar significa para la humanidad y presenta las recientes controversias surgidas en relación con el diferendo marítimo con Chile, las cuales han escalado hasta convertirlo en un problema "sensible", siendo una materia muy compleja que afecta los intereses del país y las relaciones exteriores del mismo.
La Convención y el diferendo, desde el punto de vista del derecho, tienen en esta obra una interesante exposición que inspira a una reflexión más profunda.

En este orden de cosas la obra del embajador Bákula hace algunas precisiones históricas y analíticas sobre algunos antecedentes que llevaron a la firma de la Convención, así como expone brevemente parte de la secuencia de normas, tratados y declaraciones relacionadas con la problemática pesquero limítrofe entre Perú y Chile.

Ha dejado a nuestro alcance una explicación breve, didáctica e ilustrativa sobre la trascendencia de la Convención, sin que esto nos releve de la necesaria lectura del texto completo de la misma, si es queremos opinar con propiedad.

Expresa que este documento “dotó al espacio oceánico de un orden jurídico que como manifestación de la conciencia universal pone término a toda aplicación no uniforme o a los intentos de interpretación caprichosa de normas ambiguas al impulso de intereses individuales”.
Expone tres características únicas y propias del proceso que llevó a la Convemar: su universalización, la relación entre la Humanidad y el Océano como conceptos intemporales, y la equidad como principio rector.

Nos permite conocer los conceptos e ideas que fueron plasmados en el largo texto de la Convención, para poder percibir sin dificultad cuál fue el espíritu que gestó la norma más allá de la mera interpretación técnica.

Nos dice que:

“Fue recién hace medio siglo cuando se llegó a la convicción de que el espacio oceánico ofrecía un vacío de derecho; y que ante las exigencias de esa realidad, el mundo tomó conciencia de que debía atender esa necesidad de derecho hasta llegar, mediante un extraordinario esfuerzo colectivo, a la formulación de un derecho”.

“La Convención no solo ha innovado la vinculación de los pueblos en cuanto a los usos, el aprovechamiento y la conservación de la inmensidad del mar, sino que también ha significado ordenar diferentes relaciones jurídicas, sociales, culturales y económicas mediante nuevos conceptos de acción común y la creación de un léxico que acompañe esta extraordinaria manifestación de solidaridad y de buena voluntad”.

La última parte de la obra está dedicada a la delimitación marítima entre el Perú y Chile y presenta algunos antecedentes interesantes de esta etapa de nuestra historia que finalmente nos han llevado ante la Corte Internacional de Justicia de la Haya.

En esta materia expone que “lo que al parecer no se percibe en su adecuada dimensión es que más allá de cualquier controversia sobre el control de espacio, lo único trascendente es que no solo se trata del ejercicio de determinadas potestades para la exploración de las riquezas marinas, sino de algo más importante, como es el control, la regulación y la conservación del potencial biológico, tarea que no se podrá cumplir si no es mediante la acción coordinada, intercomunicada y concertada entre el Perú y Chile”.

Finalmente el embajador nos deja dos interrogante:

“¿Acaso es posible el desacuerdo perdurable?”

“ Y después de La Haya ¿qué?”.


II
Hemos opinado sobre la Convención de las Naciones Unidas sobre el Derecho del Mar, probablemente sin haberla leído, cuando es un documento que merece ser leído más de una vez para estar en condiciones de emitir pronunciamientos con propiedad.

Debo destacar un hecho: la complejidad de la vida moderna y la prisa agobiante de nuestro tiempo no nos permite leer.

La Internet, el correo electrónico, el teléfono celular y la propia búsqueda de la supervivencia en el globalizado mundo de hoy, nos ha robado el tiempo que años atrás teníamos para la lectura. En ese orden de cosas hoy es casi un dogma que los documentos no deben exceder de dos páginas porque de lo contrario no serán leídos. Tomamos decisiones de toda índole con apenas la lectura de una o dos páginas que deben apretadamente hacer una síntesis de temas que por su complejidad ameritarían como mínimo la lectura de un libro. Es así como a todo documento extenso por la propia naturaleza de su contenido, se le acompaña con un Resumen Ejecutivo, que es lo que básicamente se lee, obviando los detalles y demás del documento principal.
Se toman posiciones, se dan opiniones y se toman decisiones con una superficial y relativa comprensión y/o conocimiento de cualquier tema. Se leen muchos documentos de dos páginas y creemos, o nos convencemos a nosotros mismos que ya estamos en posesión de la información necesaria y suficiente.

Lo paradójico es que en este nuevo mundo, que nos ha abierto las puertas y ventanas a cantidades de información antes inaccesible, esta es de tal volumen que no podemos leer todo lo que quisiéramos. En la fiebre y la vehemencia por saber de todo, nos contentamos con saber un poquito de todo, creyéndonos o sintiéndonos conocedores del tema. Pero la verdad es que no sabemos. Más aún, no sabemos que no sabemos.
¿Cuántas decisiones se toman con un conocimiento superficial? ¿Cuántas decisiones se toman después de una ligera apreciación general?

Los medios de comunicación nos hacen la tarea más sencilla: Nos presentan un resumen del resumen y nos dan una opinión ya procesada que asumimos como propia o como expresión de la verdad absoluta. El universo informativo de hoy está creando un ser humano poseedor de información abundante pero incompleta e insuficiente y carente de opiniones propias, pero que cree saberlo todo.

Nos volvió flojos para leer, nos quitó capacidad para analizar, nos redujo el tiempo para investigar y eliminó de nuestra agenda la necesidad de estudiar y comparar.