UNA NUEVA CAMPAÑA ELECTORAL
Autor: Marcos Kisner
sábado 19 de junio de 2010
El país está muy próximo al inicio de una nueva campaña electoral para elegir gobiernos regionales, gobiernos locales y gobierno central.
Nuevamente seremos blanco de múltiples promesas y ofertas electorales con el objeto de convencernos para votar por uno u otro candidato. No votaremos por doctrinas, sistemas, o programas. Los peruanos votamos por personas. Nos entusiasma el hombre de mayor carisma. Somos demasiado emocionales para no entusiasmarnos con el mejor discurso, por el verbo más florido y el carácter mas aguerrido de un candidato.
Necesitamos madurez cívica para votar en base a la evaluación de doctrinas y de programas de gobierno.
Probablemente el país jamás sepa las razones; pero la realidad es que este gobierno termina sin haber cumplido su oferta para el sector pesquero.
Un engaño similar no puede permitirlo la sociedad civil.
Los recursos pesqueros nada tienen que ver con este modelo político que aqueja constantemente a la colectividad peruana.
Los problemas de regulación pesquera, de informalidad, de injusticia en la distribución de la renta generada con un recurso que pertenece a la nación, de atentado contra el ambiente, son ajenos al interés de la colectividad, que vive de espaldas al mar. Pero poco a poco la naturaleza impondrá su propio paisaje y nos pasará la factura de este desinterés.
El futuro de las pesquerías depende de la seriedad y tecnicismo con los cuales el país enfrente el reto de conducir la extracción y procesamiento de los recursos pesqueros.
Estamos próximos a disponer de la oportunidad, que se nos presenta cada 5 años, de elegir un gobierno que asuma la responsabilidad de trazar una política pesquera de largo plazo que asegure fundamentalmente la sostenibilidad de las pesquerías y la alimentación nacional.
Estamos muy cercanos a la posibilidad de que los movimientos y partidos políticos oferten al país una política que se convierta en medidas acertadas que, aseguren la provisión de recursos hidrobiológicos a las futuras generaciones de peruanos y que garantice al ecosistema marino de Humboldt, y a los ecosistemas lacustres y fluviales la posibilidad de mantener un estado saludable.
La Sociedad tiene que establecer mecanismos que la protejan del discurso vacío, engañoso y atentatorio contra sus derechos.
Si no enfrentamos con seriedad el reto de diseñar una política de largo plazo, nos enfrentaremos a consecuencias poco felices en el escenario de un mundo globalizado amenazado por el cambio climático y la contaminación. Un mundo en el cual la provisión de alimentos y de agua serán los principales desafíos. Un escenario en el cual el país dispone de las mejores ventajas para convertir su potencial pesquero en una herramienta de desarrollo y en una ventaja competitiva. Poseemos un potencial pesquero superior al de cualquier otra nación.
La historia nos juzgará por nuestra capacidad de convertir ese potencial en una ventaja para sobrevivir e impulsar el desarrollo de un pueblo largamente olvidado por un estilo de gobierno que solamente mira el corto plazo, la necesidad inmediata, la satisfacción de intereses de grupo y la vanidad del poder.
Los planes de gobierno para el sector pesquero deben ser instrumentos de ejecución técnicos y no demagógicos. Debieran ser debatidos y enriquecidos por el país en su conjunto y en especial por quienes cuya experiencia, calidad y capacidad tienen algo que aportar.
Se requiere de líderes técnicos que enfrenten y resuelvan los problemas de la pesquería con voluntad y decisión política para alcanzar los dos objetivos básicos: Pesquerías ordenadas que aseguren su sostenibilidad y que provean de alimentación prioritariamente a la población del país.
SE NECESITA LIDERAZGO CAPAZ PARA GERENCIAR EL SECTOR PESQUERO PERUANO. NO SE NECESITA POLITICOS O TECNOCRATAS SIN EXPERIENCIA. SE NECESITA CAPACIDAD CON EXPERIENCIA.
Deseamos que el movimiento o partido político ganador tenga la voluntad suficiente para ejecutar lo que ofrezca y coloque al sector en manos de técnicos apropiados que puedan cumplir con la decisión y la voluntad política expresada en una política de Estado consensuada que asegure su sostenibilidad en el largo plazo.
La natural pasividad, servilismo y temor ante la autoridad con los cuales el sistema cuenta para protegerse a sí mismo, son los peores enemigos del desarrollo de una Nación que enfrenta el desafío de sobrevivir en un escenario climático y natural crítico y agresivo para la continuidad de las especies, no visto antes por las últimas generaciones.
No podemos darnos el lujo de ser pasivos ante la indecisión y ante el manejo inadecuado de los recursos pesqueros y naturales. No podemos darnos el lujo de subordinar los intereses nacionales a los intereses de parte porque corremos el riesgo de llegar a un límite que nos lleve a no poseer más los recursos pesqueros que hoy tenemos y que no valoramos debidamente porque sacrificamos las cosas importantes en el altar de las urgencias y de los apetitos personales.
Esperamos un plan de gobierno que trace una política de largo plazo e inicie un proceso de reducción de la perversidad de un sistema concebido para que el técnico y el experto se sometan a una autoridad política temporal sin garantía alguna de idoneidad o capacidad.
El Estado debe comportarse como si fuera socio del empresario pesquero, entendiendo al pescador artesanal como un empresario también y no como su verdugo. El Estado debe ser el socio estratégico que asegura la sostenibilidad de las pesquerías. Solo así la industria pesquera peruana será atractiva para la inversión y hará más viable sus posibilidades de acceder a y competir en los mercados internacionales e ingresar al mercado nacional. El Estado tiene que aplicar medidas técnicas para la conservación de la especies y actuar con rigor científico. El Estado tiene que incentivar el desarrollo de una nueva pesquería que priorice la alimentación nacional.
El futuro de la pesca en el país depende de las acciones que desarrolle la nueva administración desde el primer día en beneficio de generar una política de desarrollo para el corto, mediano y largo plazo.
La nueva administración de pesquería deberá elaborar una política pesquera que pueda mejorar gradualmente su capacidad de lograr una pesca sostenible a la vez que contribuye a sus objetivos de desarrollo, incluidos el mantenimiento de la calidad, diversidad y disponibilidad de recursos pesqueros en el contexto de la seguridad alimentaria, la mitigación de la pobreza y el desarrollo sostenible.
El desarrollo sostenible de la pesca exigirá una mejor forma de gobierno y la introducción de cambios en la perspectiva de los principales interesados para centrarse más en los resultados a largo plazo.
El nuevo modelo de gestión de las pesquerías deberá procurar instrumentar en el mediano y largo plazo mecanismos más adecuados para la conservación de los recursos y su ambiente basados en el conocimiento científico y tecnológico, evitando en lo posible ser un instrumento de alcances inmediatos, propiciados únicamente por intereses económicos o agendas políticas.
Las medidas de ordenación pesquera deben estar orientadas a la conservación y aprovechamiento racional de los recursos pesqueros. Éstos no son sujetos de apropiación individual por ser de propiedad común. Su ámbito recae en las normas jurídicas que regulan el uso de los recursos naturales que constituyen un bien patrimonial de la nación.
Es deber del Estado desarrollar y promover la idea de una pesquería sostenible mediante la aplicación de planes de gestión a largo plazo para las poblaciones de peces, basados en información científica sólida, lo que pondría fin al problema político y social sobre la pesca, sustituyéndolo por objetivos de capturas fijados dentro de limites biológicos y un esfuerzo pesquero adaptado a estos objetivos.
El reto es:
ASEGURAR PESQUERIAS SOSTENIBLES PARA EL RESTO DEL MILENIO PRIVILEGIANDO LA ALIMENTACION NACIONAL