LAS EXPORTACIONES PESQUERAS

Autor: Marcos Kisner Bueno

miércoles 25 de enero de 2006

?Durante el 2005, las exportaciones peruanas ascendieron a US$17.000,6 millones, 33,7% más que lo registrado en el 2004?.

¿A qué se debe dicho incremento? Fundamentalmente, a dos factores: al constante aumento en el precio de los productos tradicionales (principalmente de los metales industriales y preciosos); y al aumento del volumen y la diversificación de los productos no tradicionales.

El presidente de ÁDEX, expresa que, el reto es dar valor agregado a las exportaciones tradicionales para generar mayores puestos de trabajo. ?¿Por qué exportar solo minerales como el oro, si es que se pueden exportar joyas? ¿Por qué exportar molibdeno, si se puede exportar acero? ¿Por qué exportar gas, si se pueden exportar productos petroquímicos??,

En cuanto al sector pesquero se impone un análisis más profundo y menos sesgado.

Las cifras de exportaciones serán buenas, desde el punto de vista del ciudadano común, del Estado y de la Nación en general, en la medida que se traduzcan en dinero destinado a la inversión en infraestructura, en educación, en salud y en aumento del empleo.

Para cumplir las funciones descritas, el Estado requiere de ingresos reales y efectivos. Estos no provienen de las exportaciones sino de las utilidades de las empresas que se traducen en impuesto a la renta. Y en el caso pesquero, adicionalmente, de los ingresos por derechos de pesca.

Por tanto, para sentir real satisfacción por las cifras exportadoras, es preciso conocer simultáneamente cuánto de esas cifras se han convertido en impuesto a la renta y en derechos de pesca. Quedarse en la alabanza de la cifra exportada sin medir su aporte real al Estado, es contentarse con una media verdad.

La generación de mayor empleo por parte de la industria harinera, no existe en la práctica, por más alta que fuese la cifra exportada. No se puede invertir en nuevas plantas, la extracción tiene límites fijados por la cuota anual de captura, y una planta opera con relativamente poco personal en relación a la industria de consumo humano directo. No genera mano de obra masiva. Si hipotéticamente los precios de exportación aumentasen considerablemente, ello no necesariamente implica mayor oferta de empleo.

Desde el punto de vista del Estado, y de la Nación, es preciso saber que a mayor exportación hay mayor generación de utilidades y mayor aportación de impuesto, teóricamente. Debiera significar mayores utilidades, y en consecuencia mayor impuesto a la renta, pero... ¿ocurre así?. Las cifras de los últimos años, expuesta en la nota El sector Pesquero y la tributación, publicada en esta misma columna, nos muestra cifras alarmantes en cuanto a la aportación de impuesto a la renta. La nueva administración debiera trazarse como prioridad, hacer una evaluación del caso y promover o dictar medidas para que este sector sea más eficiente y contribuya realmente con el país.

El impacto causado por la extracción sobre el ecosistema costero peruano requiere de una compensación adecuada y proporcional, no solo a los niveles de ingresos o utilidades, sino a los volúmenes extraídos. Con utilidades o sin ellas, se causa un impacto sobre el recurso. El país debe ser compensado por ello, y el Estado debe aplicar esos ingresos al cuidado, protección y preservación de los recursos hidrobiológicos.

La exportación de harina de pescado no representa un valor agregado realmente significativo con relación a la materia prima, la anchoveta.

Un país de carencias en la alimentación popular, que tiene un reflejo sobre la capacidad de la niñez para asimilar una educación adecuada, debiera priorizar el destino de sus recursos hidrobiológicos hacia el consumo interno. Nos preciamos de exportar harina de pescado, de las cifras exportadas, pero olvidamos que existe un deber moral hacia el Estado y hacia su población. La Nación debiera recibir mayor aporte vía derechos de pesca e impuestos, y su población debiera ser alimentada en prioridad.

El sector conservero y de congelados no puede competir en cifras con la harina, pero genera mucho más empleo. Su sesgo exportador debiera ser complementado con mayor atención y dedicación al mercado interno, así como en la generación de mayor valor agregado. Alimentamos al primer mundo con nuestros recursos pesqueros, algunos de los cuales se exportan simplemente como materia prima para ser procesada en el exterior, pero no se presta atención suficiente a la alimentación de nuestra población.

El país requiere de inversión y de acciones que conduzcan a la educación de la población sobre el consumo de congelados, a la reactivación de la distribución y comercialización de recursos hidrobiológicos congelados en todo el país, y al mejoramiento de las condiciones sanitarias en toda la cadena de extracción y comercialización.

El Perú es un país rico en recursos hidrobiológicos pero no existen pescaderías o tiendas especializadas en la venta de estos recursos. Se puede comprar pollo y carne en cualquier bodega, excepto pescado y mariscos. Básicamente porque hay poca oferta de recursos hidrobiológicos congelados. El congelado es la mejor manera de distribución y comercialización y representa grandes ventajas sobre el ?fresco?, del cual hay mucho que hablar en cuanto a su calidad e higiene.

Los curados son una alternativa para aquellas regiones con deficiencias o carencias de energía eléctrica, pero también es una actividad poco explotada.

Una nueva política pesquera debiera llevarnos a un punto de equilibrio entre brindar alimentación a la población de otros países, y brindar alimentación a nuestra propia población.

El país no va a mejorar si no se imponen cambios sustanciales en la educación. Pero la educación tiene que ir complementada con una nutrición infantil adecuada.

Resulta vergonzoso preciarnos de ser los primeros exportadores de harina de pescado, mientras no destinemos una adecuada y proporcional cantidad de recursos hidrobiológicos a la alimentación nacional.

Desde el punto de vista del economista y análisis macroeconómico, es bueno exportar más y crecer en ese renglón, pero la industria pesquera nacional ofrece una problemática especial, diferente, y requiere de acciones concordantes con las necesidades de alimentación popular, y de recursos por parte de Estado para perfeccionar y mejorar los sistemas de ordenamiento actuales, así como la investigación. Por tanto, desde el punto de vista de la Nación, esa bondad exportadora es relativa.

A menos de 3 meses de las elecciones presidenciales, y dentro del complejo esquema de muchos candidatos y un pobre nivel de campaña, no se escuchan propuestas concretas para el sector pesquero. Pareciera que ningún candidato tiene una oferta de política pesquera. Quizá, por diversas razones, es preferible mantener el status actual. Es cuestión de intereses finalmente.