LA ANCHOVETA, LAS CUOTAS Y LA INDUSTRIA DE HARINA DE PESCADO

Autor: Marcos Kisner Bueno

sábado 1 de octubre de 2005

El documento, del cual extraigo algunos puntos, si bien es cierto es bastante largo, es muy interesante y útil para hacernos una idea sintética de la problemática de la pesquería de la anchoveta, de la harina de pescado y de la implantación de un sistema de cuota individuales de pesca, especialmente para los estudiantes y para aquellos interesados en el tema.
Vale la pena tomarse un tiempo para leerlo.

Marcos Kisner

http://www.grade.org.pe/download/pubs/dt48.pdf
Documento de Trabajo 48
El cluster pesquero de Chimbote: Acción conjunta limitada y la tragedia de los recursos colectivos
Juana R. Kuramoto

© Grupo de Análisis para el Desarrollo, GRADE
Av. del Ejército 1870, San Isidro, Lima
Abril del 2005
CENDOC - BIBLIOTECA - GRADE: Catalogación en la fuente:
ISBN : 9972-615-37-5


La actividad pesquera presenta un claro ejemplo del problema económico que se genera al no asignar derechos de propiedad sobre los bienes colectivos. En un sistema de pesca de libre acceso, los empresarios se verán incentivados a aumentar sus operaciones debido a la abundancia de los recursos y a la alta tasa de rentabilidad. En el largo plazo, la entrada de más empresarios generará una fuerte presión sobre el recurso pesquero, que es finito, ocasionando que la renta se disipe y que el stock de recursos disminuya por debajo de su nivel de sostenibilidad biológica.


La pesca de la anchoveta, recurso en el que se basa la industria de la harina de pescado en el Perú, tiene un sistema de ordenamiento de libre acceso. Esto genera que los empresarios pesqueros tengan pocos incentivos para colaborar aunque estén ubicados en una misma zona, ya que la escasez del recurso deriva en una carrera en las capturas. En los cincuenta años de existencia de esta industria, se han dado varios episodios en los que el stock de anchoveta ha disminuido casi hasta desaparecer. Estos episodios, aunque son causados principalmente por fenómenos climáticos como el de El Niño, han estado acompañados de un sobredimensionamiento de la industria que ha originado grandes estragos económicos.


Ante situaciones como esta, es razonable esperar que distritos pesqueros como Chimbote no disfruten de un crecimiento económico estable. La cadena de valor de la harina de pescado puede dividirse en tres etapas: la captura de anchoveta, la elaboración de la harina de pescado y su comercialización. La primera etapa es la que se encuentra más afectada por la ausencia de los derechos de propiedad sobre la anchoveta. Las empresas armadoras, propietarias de las embarcaciones, son las poseedoras de las licencias de captura, las cuales les dan permiso para pescar pero no limitan la cantidad de captura. Por esta razón, tienden a aumentar su flota o el tamaño y la potencia de los motores de sus embarcaciones para sacar ventaja a sus competidores. Esta carrera ha llevado a que en el 2004 existan casi 1 200 embarcaciones con una capacidad de bodega de 200 000 toneladas métricas ?. Con esta capacidad de bodega es posible pescar un poco más de 14 millones de TM de anchoveta, el doble de la captura recomendada para mantener la sostenibibilidad biológica de la especie.


Con esta presión sobre el recurso, es prácticamente imposible que se generen acuerdos de cooperación formales entre las empresas; los acuerdos informales, por su parte, se limitan al préstamo de piezas o repuestos.


Otros agentes importantes en esta etapa son los fabricantes de embarcaciones, los talleres y maestranzas para su reparación y los almacenes de suministros para pesca. La tendencia a comprar embarcaciones de mayores dimensiones hace que el astillero local no pueda satisfacer esta demanda y más bien se haya dedicado a la reparación de las embarcaciones y al alquiler de sus instalaciones. A su vez, las maestranzas y talleres que fabrican partes para las embarcaciones y se encargan de las reparaciones son sumamente heterogéneos. Lo mismo ocurre con los almacenes de suministros de pesca: los hay de todo tamaño. Esta heterogeneidad viene acompañada por el escaso nivel del capital humano que trabaja en estos establecimientos.


En la etapa de la elaboración de la harina de pescado, los principales agentes son las fábricas productoras. Chimbote cuenta con 32 de las 131 plantas harineras que hay en el Perú. La mayor parte de ellas tiene más de 30 años. Las plantas más modernas son propiedad de los grandes grupos pesqueros y tienen su sede principal en Lima. Estas plantas producen harina prime, con un contenido proteico mayor que el de la harina estándar, por lo que se cotiza en US$ 600 aproximadamente (unos US$ 50 más). La presión por el recurso ha hecho que los grupos pesqueros se integren verticalmente y adquieran embarcaciones para asegurarse el suministro. La cooperación entre plantas no es muy frecuente y se da informalmente, pero ciertamente no atiende un problema común que es la contaminación de la bahía de Chimbote.


Otros agentes en la etapa de elaboración de harina son los proveedores de bienes de capital y los talleres y maestranzas para reparación. Los primeros generalmente están ubicados en Lima pero mandan a su personal para hacer las instalaciones en los puertos donde venden sus productos. La demanda por tecnología es bastante convencional pues los empresarios pesqueros no la compran hasta que esta haya sido ensayada con éxito por otra empresa. Esto reduce las posibilidades de un desarrollo tecnológico nacional en maquinaria para transformación pesquera. La heterogeneidad de los talleres y maestranzas ha inhibido la creación de una demanda por personal calificado. Es solo en los años noventa que se abre una sucursal del Servicio Nacional de Adiestramiento en Trabajo Industrial (SENATI) en Chimbote. De las tres universidades existentes en Chimbote, solo una ofrece una carrera profesional vinculada con la actividad pesquera; otra ofrece un grado técnico para trabajadores en pesca.


En la etapa de comercialización, el agente principal es el broker harinero, quien sirve de intermediario entre las empresas productoras y los grandes traders que distribuyen la harina a los mercados europeos y asiáticos. El mercado de harinas prime ha favorecido la venta directa, fortaleciendo la posición de los brokers nacionales y ha permitido que los mayores grupos pesqueros comercialicen directamente sus productos. Otros agentes importantes son las agencias de aduanas -que se encargan de la logística y la tramitación del despacho de la harina- y las agencias de supervisión, que certifican la calidad y cantidad del producto que se está embarcando. Un aspecto importante en la comercialización de la harina es el uso del warrant, el mecanismo financiero mediante el cual la empresa puede acceder a créditos bancarios a corto plazo. Finalmente, la autoridad portuaria es un agente crítico ya que el limitado acondicionamiento del puerto genera cuellos de botella en el despacho.


Otros agentes vinculados al cluster de Chimbote son las empresas conserveras, generalmente integradas a las harineras, aunque también hay empresas netamente conserveras que han empezado a presionar al gobierno para que se les dé prioridad. Estas presiones han tenido eco en la población, debido a que se trata de una industria que genera más empleo. Finalmente, los bancos cumplen un rol fundamental en la industria pesquera debido a que esta tiene una fuerte dependencia del crédito bancario. Se estima que la deuda pesquera es del orden de US$ 1 300 millones.


Las principales organizaciones relacionadas con el sector pesquero son el Ministerio de Producción, antes Ministerio de Pesquería1, y la Sociedad Nacional de Pesquería. El primero está encargado de la regulación del sector y cuenta con cinco organismos públicos descentralizados que le brindan apoyo técnico y promotor. Por su parte, la Sociedad Nacional de Pesquería defiende y promueve la empresa pesquera privada. Está conformada por empresas harineras, conserveras, congeladoras, armadoras y langostineras, así como por algunas empresas proveedoras de bienes de capital y de servicios. Sin embargo, hay grupos que no se sienten representados, por lo que han surgido nuevos gremios. El manejo institucional en Chimbote es limitado, debido a la falta de tradición institucional en este distrito y a la centralización de la toma de decisiones de los principales agentes de este cluster. Las asociaciones gremiales establecidas en Chimbote son de carácter local y nacen como respuesta a una falta de representación de la Sociedad Nacional de Pesquería, lo que representa un gran vacío institucional en este distrito.


La principal característica del marco legislativo que regula al sector pesquero es que otorga licencias o autorizaciones de pesca por especie biológica. En el caso de la anchoveta, la ley establece instrumentos de control tanto sobre la extracción como sobre los insumos. No se otorgan cuotas de pesca, lo cual ha ocasionado el sobredimensionamiento de la industria, y aunque desde hace varios años se está analizando la posibilidad de pasar a una regulación por cuotas, diversos intereses han impedido el cambio. Al parecer hay una actitud un poco más abierta por parte de la Sociedad Nacional de Pesquería, pero antes es necesario resolver ciertos problemas, como el exceso de flota y la situación financiera de las empresas. Las ventajas competitivas de la industria de harina de pescado y del cluster de Chimbote están basadas en la abundancia de la anchoveta. Chimbote cuenta con un mar propicio para el desarrollo de esta especie marina. A nivel nacional, la legislación ambiental ha tenido un efecto favorable en la eficiencia de las empresas harineras. Su modernización ha logrado reducir el ratio de conversión de materia prima a harina de 5,01 TM de anchoveta por TM de harina a 4,3. La producción de las harinas prime se ha convertido en una fuente de ventaja competitiva debido a su mejor cotización en los mercados. Chimbote no goza de esta ventaja ya que solo produce el 6% de las harinas prime (o el 13%, si se incluye al distrito de Coischco).


La cooperación de los agentes del cluster es limitada. Un problema común que enfrentan es la contaminación de la bahía. Se ha recomendado la construcción de un colector madre, pero hasta ahora no se ha logrado avanzar en la decisión de hacer la inversión conjunta. Se ha instalado una Comisión Técnica Multisectorial con la participación de grupos civiles y autoridades para llegar a acuerdos concretos. Otro problema frecuente, que tampoco ha sido atendido, es la mejora del puerto, cuyo funcionamiento presenta serios cuellos de botella. En el ámbito del sector pesquero en general, se han dado esfuerzos conjuntos a través de los gremios. Un ejemplo de cooperación multilateral se dio en el período 1999-2000 cuando el sector atravesaba una de sus crisis más severas.


A pedido de la Sociedad Nacional de Pesquería, el Ministerio de la Producción actuó como facilitador en las negociaciones con los bancos para reestructurar las deudas de las empresas. Otro ejemplo de cooperación multilateral, y en este caso internacional, fueron las gestiones que los productores de harina de pescado peruanos y chilenos efectuaron ante las autoridades de la Comunidad Europea, quienes habían prohibido la importación de este producto por temor a que fuese causante de la enfermedad de las vacas locas.


Ejemplos de cooperación vertical se dan entre las empresas harineras y los armadores. Las primeras adelantan el pago por las capturas, el cual sirve a los armadores como capital de trabajo. A cambio, los armadores aseguran la provisión de anchoveta. Por otro lado, algunos proveedores de bienes de capital están canalizando líneas de crédito para la compra de equipos. Estas líneas de crédito pueden venir tanto de fuentes internacionales como de fuentes financieras nacionales.
El futuro del cluster pesquero de Chimbote depende de la intensificación de la cooperación entre sus agentes. Esto requiere ante todo de una visión clara y compartida por todos sus miembros. Solo de esta manera será posible realizar algún ejercicio de planificación estratégica que identifique las metas y las acciones requeridas por parte de cada uno de los agentes para aumentar la eficiencia colectiva del cluster. Paralelamente, se debería mejorar las capacidades tecnológicas de los proveedores de servicios y la participación activa de las universidades. Es necesaria la adopción de un sistema de cuotas de captura transferible para la anchoveta y para cualquier otra pesquería, a fin de generar los incentivos económicos adecuados para evitar la sobreexplotación de los recursos marinos y, por tanto, el sobredimensionamiento de la industria. Un esquema de ordenamiento como este tendrá efectos favorables en el cluster pues, al otorgar derechos de propiedad sobre el recurso, los armadores y empresas harineras no tendrán que competir entre ellos y estarán más abiertos a aprovechar los espacios de cooperación.


3.1. La tragedia de los recursos colectivos en la pesca


Un artículo de Hardin, "The tragedy of the commons"5, llama la atención acerca de los problemas de sobreexplotación de los recursos colectivos cuando no existen derechos de propiedad adecuadamente asignados y denomina a esta situación "la tragedia de los bienes colectivos". Si bien el planteamiento de Hardin parte del cuestionamiento de las políticas poblacionales que privilegian la libertad de las familias en la decisión del número de hijos que procrearán, su tesis implica que es imposible una adecuada asignación de recursos cuando no existe forma de limitar el acceso a una base de recursos finitos. Dados el crecimiento poblacional y el objetivo de cada familia de maximizar su utilidad, la tendencia será la de sobreexplotar los recursos colectivos. De ahí que plantee que los bienes colectivos solo son justificables bajo condiciones de baja densidad poblacional.


Este razonamiento se puede trasladar al caso de la pesca industrial. A diferencia de otras actividades económicas para las que se recomienda un régimen competitivo con libre entrada, la pesca requiere de un marco regulatorio que limite el número de operadores. La razón es el tamaño limitado de los recursos marinos que no puede soportar una explotación por encima de niveles que permitan que las especies marinas se reproduzcan. La historia de varias pesquerías confirma la siguiente evolución. Cuando una pesquería se desarrolla, los empresarios pesqueros se ven incentivados a aumentar sus operaciones debido a la abundancia de recursos y a las altas tasas de rentabilidad. Otros empresarios también son atraídos con lo cual el stock de recursos pesqueros y la captura promedio disminuyen. Como consecuencia, la tasa de rentabilidad de la actividad también se reduce; pese a ello, el esfuerzo pesquero sigue en aumento por la esperanza de obtener beneficios. Finalmente, el stock de recursos pesqueros baja por debajo del nivel de sosteniblidad y la pesquería colapsa. En un sistema de pesca con libre acceso, se llegará a un equilibrio cuando la expansión del esfuerzo pesquero haya reducido el stock de recursos hasta el punto en que los costos totales de pesca igualen a los ingresos obtenidos por la captura. En este punto, los beneficios serán cero y no habrá incentivos para seguir invirtiendo pero también se habrá sobreexplotado el recurso. Por lo tanto, para alcanzar los niveles máximos de beneficio se tiene que reducir el esfuerzo pesquero. Sin embargo, esto no es posible bajo un sistema de libre acceso.


Por lo anterior, se han establecido diferentes formas de administrar los recursos pesqueros. Mediante el manejo biológico de los recursos se establece un máximo de captura permisible en un período determinado. El principal mecanismo de regulación es el establecimiento de vedas pesqueras durante las épocas de reproducción y crecimiento de los nuevos peces. De esta manera, se asegura que los recursos sean explotados solo hasta el nivel en que puedan reproducirse y que se mantenga un stock pesquero en el largo plazo. Si bien con ello se protege el recurso, el problema económico subsiste ya que los empresarios pesqueros invertirán en mayores y más potentes flotas para asegurarse mayores capturas. El resultado es la disipación de la renta (apcq), debido a la sobrecapacidad de las flotas e instalaciones pesqueras.


La administración pesquera también se da a través de las restricciones al esfuerzo pesquero, a los insumos y a la inversión, para mantener un nivel adecuado de rentabilidad. Estas restricciones toman la forma de reducciones de los días de faena en el mar, del tiempo de pesca y la limitación del tamaño y potencia de los motores, del tamaño de bodega de las embarcaciones, entre otros. Al igual que en el caso anterior, el problema económico subsiste con estas medidas, pues los empresarios tenderán a invertir en aquellos insumos que no estén controlados para aumentar su ventaja frente a sus competidores.


Hay mecanismos económicos de regulación, como los impuestos correctivos y los basados en derechos de pesca, que buscan mejorar la eficiencia de las actividades pesqueras. Los impuestos correctivos -i.e., impuestos a la captura pesquera y/o a los insumos- tratan de alterar las condiciones económicas de las empresas pesqueras para que la maximización individual esté en concordancia con la social. Por ejemplo, un impuesto a la captura reduce la rentabilidad de la actividad haciendo que los pescadores menos eficientes salgan del mercado y se reduzca el esfuerzo pesquero global.


Entre los mecanismos basados en derechos de pesca destacan las licencias de acceso y las cuotas individuales de captura. Las licencias de acceso dan el derecho a pescar, por lo que constituyen un derecho de propiedad (y si son transferibles pueden tener un precio en el mercado). Sin embargo, no solucionan del todo el problema de propiedad común de los recursos, y los empresarios siguen teniendo incentivos para aumentar su inversión y su esfuerzo pesquero. En cambio, las cuotas individuales de pesca brindan derechos de propiedad sobre el recurso mismo y, por lo tanto, resuelven el problema de la propiedad común. Mediante las cuotas asignadas, los empresarios pesqueros tratarán de minimizar los costos de captura y maximizar su valor a través de la mejora de su calidad. Al igual que las licencias de acceso, estas cuotas de captura se pueden transferir determinándose así un precio de mercado. De esta manera, se asegura que los pescadores más eficientes obtengan la mayor cantidad de cuotas. La mayoría de los países administran sus pesquerías a través del manejo biológico, combinándolo con mecanismos de control de insumos, impuestos y licencias de acceso. Algunos países, como Nueva Zelanda y Australia, han implementado un sistema de cuotas de captura con buenos resultados. En Australia, se logró una reducción de la flota pesquera de 80% entre 1984 a 1994. Sin embargo, países con larga tradición pesquera como Noruega, han rechazado el sistema de cuotas por temor a que se dé una excesiva concentración en la industria -tanto entre firmas como entre zonas geográficas- que perjudique a los pequeños pescadores y comunidades pesqueras en favor de las grandes empresas (Hannensson, 1992).


En efecto, el sistema de cuotas no está exento de dificultades. En primer lugar, se pueden presentar problemas en la determinación de la captura total permisible. La credibilidad del sistema descansa en el respeto a la cuota total fijada. Los titulares de las cuotas individuales planifican su captura a lo largo de la temporada de pesca. Si se sobreestima la cuota total y se impide la pesca a los titulares, en un siguiente período tratarán de pescar toda su cuota individual al inicio del período, con lo cual se dañaría la racionalización en el uso del recurso. En tal sentido, este sistema no llevaría a una conservación de los recursos pesqueros. En segundo lugar, se pueden presentar problemas de descarte de pesca, ya que los titulares estarán buscando maximizar sus ingresos a través de la captura de pescado de mayor calidad. Asimismo, se pueden dar problemas en el stock de otras pesquerías al capturarse incidentalmente otras especies. En tercer lugar, este sistema requiere de mayores costos de vigilancia, especialmente en los desembarques, ya que los titulares de las cuotas tendrán incentivos para declarar capturas menores a las realmente efectuadas. En cuarto lugar, este sistema puede dar lugar a la concentración de las pesquerías, especialmente si hay transferibilidad de cuotas, dejando fuera de mercado a los armadores más pequeños y reduciendo el empleo. Finalmente, este sistema genera resistencias en la industria y en las pequeñas comunidades pesqueras por el temor a que los agentes más débiles salgan de la industria (Hidalgo, 2002). Pese a las dificultades que se presentan en la puesta en marcha de un sistema de cuotas, el hecho de que este no se haya aplicado hace que la industria pesquera sea siempre vulnerable al problema de la sobreexplotación y al sobredimensionamiento de las flotas y de la capacidad instalada. Al mismo tiempo, inhibe a los empresarios pesqueros a ejecutar acciones coordinadas para solucionar problemas comunes y obliga a que la sostenibilidad de la industria dependa de la acción reguladora del gobierno.


Adicionalmente, un resultado interesante de este estudio es que encuentra una correspondencia entre las dos formas regulatorias analizadas y las características tecnológicas de la captura pesquera. Así, por ejemplo, para la pesca de cerco de especies pelágicas es más conveniente imponer un sistema de límites a los viajes, antes que un sistema de cuotas, debido a que es difícil controlar la cantidad de peces capturados. La lógica de los armadores dificulta la devolución de los peces para cumplir con la cuota asignada por día. En la pesca con otras artes, en cambio, en las que es más fácil controlar las capturas debido a que las embarcaciones se internan en aguas más profundas, el control de número de viajes no es necesario.


7 Según los autores, los armadores de embarcaciones de cerco prefieren dejar de lado una captura potencial que dejar de lado una captura realizada. Es decir, estos sujetos evalúan sus prospectos en términos de pérdidas y ganancias en torno a un punto de referencia en vez de posiciones finales de riqueza o bienestar como en la teoría de utilidad esperada. Asimismo, debido a que las capturas son altamente aleatorias, los armadores se resistirían a dejar una captura buena para cumplir el máximo permitido. Es decir, que se les impediría suavizar las fluctuaciones de sus capturas (Gaspart y Platteau, 2001).
Como se puede apreciar por la evolución histórica de la industria pesquera en el Perú, la inexistencia de barreras de entrada a la industria y la ausencia de derechos de propiedad sobre el recurso pesquero, generaron el sobredimensionamiento del sector. Esto ocurrió a finales de la década de los cincuenta y a finales de los noventa, cuando la industria estaba controlada por agentes privados. Lo curioso es que a mediados de los setenta, cuando la industria estaba controlada por una empresa estatal, también continuó la sobreexplotación. El marco conceptual presentado anteriormente indica que la explotación óptima se da bajo condiciones de competencia imperfecta. Sin embargo, es claro que la política de Pesca Perú era la de continuar expandiendo la producción sin preocuparse por la depredación del recurso. En tal sentido, se entiende que cuando se hizo evidente la escasez de anchoveta se optase por utilizar sardina para producir harina de pescado.


5.1. La captura de anchoveta


La anchoveta es un recurso pelágico, es decir, un pez que se encuentra en aguas superficiales y en grandes cardúmenes. Su tamaño es pequeño ya que solo mide alrededor de 12 centímetros y tiene un período de vida corto -i.e. alrededor de un año y medio. Se usa principalmente en la producción de harina de pescado. A pesar de su alto contenido proteico, es raramente consumida por el hombre, que prefiere los pescados de carne blanca. Sin embargo, en años recientes se están fabricando productos como anchoveta en aceite, en salsa de tomate y pasta de anchoveta.


5.1.1. Agente principal


La anchoveta es capturada en embarcaciones llamadas bolicheras o embarcaciones de cerco. Al inicio de la industria harinera, la pesca la realizaban pescadores independientes en embarcaciones pequeñas. Con el desarrollo de la industria se formaron empresas "armadoras" dedicadas exclusivamente a la pesca de anchoveta para venderla a las harineras. Tal como se refirió en la sección 3, el desarrollo de la industria atrajo a más empresas, lo que incrementó las capturas. Como se trata de un recurso limitado, las capturas promedio fueron disminuyendo, y ello impulsó el uso de embarcaciones más grandes y con motores más potentes. Las distintas crisis que ha sufrido la industria ocasionaron que solo las armadoras más eficientes quedasen en el mercado. Sin embargo, luego de la recuperación de la industria y debido a las pocas barreras de entrada que tienen las empresas, aparecieron nuevos competidores que han inducido a que se siga invirtiendo en embarcaciones cada vez más potentes. El Cuadro 2 muestra que en la última década hubo un aumento moderado de las embarcaciones que se aceleró en el 2001, año en el que se añaden más de 200. Asimismo, la capacidad de bodega creció a un mayor ritmo que las embarcaciones (en el 2001, aumentó en más de 11 000 TM). Esto estaría reflejando que ante la disminución de las capturas, los empresarios iniciaron una carrera no racional, en términos de sostenibilidad del recurso. Desde el 2001 el ritmo de crecimiento ha disminuido. Como se puede apreciar, entre el 2001 y el 2004 la flota creció alrededor de 4% al año y la capacidad de bodega en 0,5%. Este proceso de crecimiento y concentración no ha estado exento de fricciones.
Las relaciones entre los armadores y sus tripulaciones se han caracterizado por el conflicto. La retribución de la mano de obra está fijada según el tonelaje de captura. Por otro lado, el hecho de que la pesca no sea una actividad permanente sino más bien estacional ha propiciado un esquema de pago en el cual los beneficios sociales son muy altos. Esto ha generado más de un conflicto entre las partes, más aún en épocas en que el recurso escasea por la sobreexplotación. Las cifras anteriores no registran el aumento de la flota artesanal, especialmente de las embarcaciones llamadas "vikingas". Las naves vikingas son embarcaciones de madera de hasta 35 TM de bodega que se están dedicando a la pesca de anchoveta, dado el aumento de demanda de las empresas harineras. El Ministerio de Producción, antes Ministerio de Pesquería, ha estado emitiendo autorizaciones a estas embarcaciones para la pesca artesanal. El poco control ha propiciado que estas naves se dediquen a capturar anchoveta y que traspasen las 5 millas, zona destinada a la pesca artesanal, navegando en alta mar. Ante la situación de ilegalidad de estas embarcaciones, el Ministerio ha iniciado un proceso de formalización, lo que ha incrementado aun más las embarcaciones para la pesca de anchoveta, contraviniendo las disposiciones de limitar las autorizaciones a nuevas embarcaciones. Se estima que esta flota es de alrededor de 500 embarcaciones (Taboada, 2003). Chimbote, como centro pesquero importante concentra más de la mitad de la flota de cerco para la captura de anchoveta.


Los armadores no tienen ningún incentivo para la acción conjunta debido al libre acceso sobre los recursos. Aunque algunos armadores tienen acuerdos con los productores de harina de pescado, estos se establecen por general sobre la base de la mayor cantidad de pescado para poner a funcionar las plantas a su mayor capacidad. En tal sentido, la carrera por el recurso es el modus operandi para los armadores. Por otro lado, como las empresas harineras producen principalmente harina estándar, no hay ningún incentivo para que los armadores mejoren su flota con equipos de conservación al frío.


5.1.2. Agentes secundarios


Durante el desarrollo inicial de la industria pesquera se importaron embarcaciones usadas de Estados Unidos; más adelante, el crecimiento sostenido llevó a que se empezase la producción nacional de embarcaciones (llamadas de cerco o bolicheras), que al principio se construyeron en madera. Posteriormente, se pasó a la construcción de bolicheras con casco de metal, cuya duración es mayor. Esta industria alcanzó su mayor dinamismo en la década de los sesenta cuando la industria de la harina de pescado alcanzó su mayor auge y no había restricciones al aumento de capacidad de flota. Luego de la crisis pesquera de los setenta y de la estatización de la industria, la fabricación de embarcaciones también entró en crisis. Con el auge de los noventa, la construcción de embarcaciones floreció nuevamente aunque solo hasta 1997, cuando se prohibieron las licencias de incremento de capacidad de bodega para fines que no fueran de reemplazo. Aunque se siguen construyendo cascos para las embarcaciones (los motores y el instrumental para equipar las naves se importan), en la actualidad la construcción de bolicheras está limitada a la reposición. La tendencia a comprar embarcaciones de mayor capacidad de bodega y con motores más potentes, ha hecho que disminuya la demanda por los astilleros nacionales13 . Por esta razón, los astilleros se dedican actualmente a la reparación de las embarcaciones. Debido al carácter estacional de la pesca, la reparación de embarcaciones se realiza normalmente durante los meses de veda.


5.2. La elaboración de harina de pescado
La producción de harina de pescado es un proceso continuo que involucra la separación de tres componentes del pescado: sólidos, aceite y líquidos. Esto se logra mediante el cocido, prensado, secado y molido del pescado capturado. La anchoveta capturada se de