El problema de la pesca de consumo humano directo

Autor: Marcos Kisner Bueno

viernes 24 de junio de 2005

La flota merlucera está semiparalizada como consecuencia de la situación actual de la merluza.

Las plantas de congelado están, por ahora, procesando pota básicamente. Esta es la opción que quedó cuando se desencadenó la crisis de la merluza.


Sin embargo, las plantas están preparadas para congelar cualquier recurso hidrobiológico en cualquier tipo de presentación. Está quedando atrás el hábito de procesar solamente merluza y las especies de oportunidad para los mercados externos, pero no hay todavía mucho interés para procesar especies para el consumo nacional. Probablemente tampoco tienen la experiencia en la comercialización ni la financiación adecuada. Lo que naturalmente genera temor ante lo desconocido. Pero el problema de fondo es verdaderamente la falta de abastecimiento de materia prima, y tener una visión diferente del negocio.


El jurel es un producto con alta demanda y rotación, y el interior del país ya tiene el habito de consumo de esta especie congelada, que finalmente se vende como fresco. La conserva no puede reemplazar a este tipo de presentación porque además de ser mas cara, tiene limitaciones en su preparación: no podemos hacer un ceviche ni un pescado frito o un escabeche con una lata de grated.


El jurel y la caballa son especies sub explotadas, no como se dice por ahí que también están sobreexplotadas y aún no se recuperan.


Para el congelado de un producto final de calidad se requiere de especies capturadas con arrastre, de media agua en caso del jurel, y que sean adecuadamente preservadas en hielo, para que lleguen a las plantas de congelado en las mejores condiciones. Irónicamente, las embarcaciones más adecuadas para esta especie, así como para especies como la centolla y el langostino de profundidad, son barcos. Barcos con capacidad de pesca a media agua y de gran autonomía. Pero con la atmósfera anti barcos creada en Paita, se cerró la única posibilidad de resolver el problema de empleo para esos mismos pescadores que hoy claman por trabajo. También es posible complementar una producción masiva de especies que pueden capturarse en grandes volúmenes, con especies de menores volúmenes de captura, especialmente las capturadas por la flota artesanal, a fin de lograr una oferta diversificada para el mercado interno.


El problema de fondo es la necesidad de una flota de altura que pueda capturar jurel, caballa y otras especies sub explotadas. Esta flota puede ser multipropósito o de arrastre de media agua. El siguiente problema es reactivar el mercado interno, que puede permitir que el negocio funcione todo el año, además de cubrir necesidades de alimentación de nuestra propia población, y contribuir a los planes del Estado de incrementar el empleo y el consumo per cápita de pescado. Este mercado no hay que crearlo porque ya existe, sino echarlo a andar, lo que implica reactivar los frigoríficos de la ex Epsep y la cadena de comercialización, también existente ya.



Pero todo esto supone voluntad empresarial, voluntad política y apoyo financiero. Mientras no se sienten en una mesa los políticos, los empresarios y los bancos para abordar el tema de como financiar una flota nacional que provea a las plantas congeladoras y conserveras, y repotenciar la red de frío existente en el país, y dar las normas necesarias para echar a andar el proyecto, no habrá soluciones. Se requiere de más iniciativa de los empresarios, que son los únicos capaces de generar empleo.



Es verdad que hay poca experiencia en el tema de mercado interno, pero existe. Hay experiencias recientes y sistemas de distribución todavía existentes que permiten la ejecución de un proyecto de esta naturaleza. Lo que se necesita es una nueva visión de negocios, voluntad para hacerlos, decisión y apoyo político adecuado, y financiamiento oportuno.



En el tema de los barcos arrastreros, a la fecha ya no hay grandes buques arrastreros. Los que habían ya cancelaron sus operaciones. A los que mas culparon injustamente en Paita, como el Ana María, Isabel y Cóndor Andino, ya no existen más.



Las fuentes de trabajo se crean cuando hay oportunidad de hacer negocios. Y quienes hacen negocio son los empresarios. Si el empresario no ve oportunidad de negocio, este no se hace y por tanto no hay trabajo. El trabajo no lo crea el Estado.



La pesca en el Perú esta abierta de acuerdo a los ROP de cada especie. Su captura es decisión de negocios de un empresario que halle rentable extraer ese recurso. El Estado no puede obligar a nadie a pescar una determinada especie, pero puede crear las condiciones más atractivas posibles, para estimular a que se hagan negocios nuevos.



El problema es que hasta ahora no se presentan propuestas serias que puedan evaluarse como negocios que generen rentabilidad. El problema es definir un negocio. Si se hace negocio, habrá trabajo. Es responsabilidad concertada del Estado con el empresario, la presentación de ideas, proyectos, y la evaluación de su factibilidad.


Luego a uno le corresponde dar el apoyo y facilidades legales del caso y al otro arriesgar su dinero en el proyecto.
Ningún inversionista o empresario está, aparentemente, interesado en nuevos negocios de pesca, en especial para el mercado interno. Y los bancos no quieren apoyar ni arriesgar en nuevos proyectos de pesca en el país.
La palabra clave para entender esto y que se genere empleo se llama "hacer negocios". De allí se deriva lo demás.


El punto es si realmente tenemos voluntad y capacidad de hacer negocios nuevos.



Por ahora el único negocio que se perfila como constante es el de la pota. Es un recurso abundante, por ahora, que está dando ocupación a la industria congeladora antes exclusivamente dependiente de la merluza. Y parece ser una buena alternativa que podría ser más rentable en la medida que se agregue valor al producto final y se mejoren los canales de comercialización, en especial con España.



El mercado nacional también podría ser una alternativa con un poco de trabajo en el mercadeo de productos precocidos y embolsados al vacío, listos para su preparación por un ama de casa con cada vez menos tiempo para cocinar.