Competitividad en la industria pesquera

Autor: Marcos Kisner Bueno

sábado 4 de junio de 2005

El mundo de la pesca es posiblemente el medio de mayor riesgo en cuanto a la recuperación de la inversión. Por ello la competitividad y la eficiencia adquieren una particular relevancia e imponen una gestión sumamente responsable, calificada y experimentada.

Alguna vez alguien definió que la pesca es como el póker: se paga por ver. Esta definición es profunda y lleva implícito el carácter que debe tener el empresario pesquero: espíritu de aventura, medios financieros, y una gran habilidad para manejar sus recursos económicos y humanos.

Cuando una embarcación pesquera sale a la mar, nadie puede garantizar que volverá, ni que lo hará con su carga completa, a media carga o vacía. A la hora del zarpe empieza la gran aventura. No solo zarpa una embarcación tecnológicamente equipada en mayor o menor grado, sino que zarpan hombres llenos de esperanza, de emoción y deseo de éxito. Nadie zarpa para pasear, sino para pescar con éxito. En tierra queda una infraestructura física y humana llena de esperanzas y optimismo también. Sin embargo, su espíritu debe ser muy grande para aceptar los resultados a la hora del arribo. Ganancia, pérdida o recuperación de la inversión en el zarpe. No hay más opciones y se tiene que estar preparado para cualquiera de ellas. En cualquier caso, la aventura es apasionante.

La empresa no será más grande en la medida del volumen de sus capturas o producción, sino en la medida de su rentabilidad y del grado de aceptación que tenga la misma dentro de su personal y en la sociedad.

Las empresas, confrontadas con una disminución de su rentabilidad originada por la reducción del esfuerzo pesquero, deberían rediseñar sus procesos de producción e introducir conceptos nuevos en los cuales los incrementos de productividad se deban en gran medida a una permanente reingeniería. Este es un negocio en el cual los números no hacen la pesca sino al revés: es la pesca la que hace los números.
Simultáneamente, en la medida en que las empresas se diversifiquen y generen mayor valor agregado (única opción para sobrevivir en este sector), deben organizar eficientemente sus áreas comerciales.

El papel de los intermediarios en el proceso de ventas debe tender a reducirse o a transformarse, de tal forma que se puede prever la gradual desaparición de una cantidad importante de tramitadores e intermediarios diversos e improductivos. Por otro lado, la disminución de los costos de transacción e intermediación permitirá aumentar la competitividad de los productos y diversificar la oferta existente, al permitir la entrada de un número creciente de empresas en los mercados.

El acceso a la información sobre mercados externos y su análisis es otro componente fundamental de la competitividad. La conectividad permite que las empresas conozcan sin intermediarios la evolución de la demanda, los marcos regulatorios, la oferta cualitativa y los precios de la competencia en plazos muy cortos. Lo anterior es muy importante en la actividad comercial, pero también puede ser utilizado como instrumento de planificación estratégica de la empresa, definiéndose una serie de indicadores que permitan ubicarla frente a la competencia y adoptar medidas para cerrar las eventuales brechas o mantener las posiciones ventajosas.

La disminución de los costos de transacción en los diferentes mercados permite no solamente un contacto más cercano con la demanda, y por lo tanto una mejor adecuación del producto a las expectativas del consumidor, sino también una mejor atención a éste. Lógicamente la mejor receta es producir en base a requerimiento específico, especificaciones técnicas y contrato asegurado. No es sano producir primero y buscar cliente después, porque los costos de almacenamiento de producto congelado, por ejemplo, son altos.

El área más interesante y prometedora es la que atañe a la administración dentro la empresa. La complejidad creciente de los procesos productivos en la industria pesquera, conlleva al cuestionamiento de las formas tradicionales de producción en las cuales los ingenieros y administradores estaban encargados de organizar tanto los flujos físicos de productos en la planta como los flujos de información necesarios para la producción, y los flujos de caja. La dicotomía tradicional entre los que piensan y los que ejecutan debe tender a desaparecer y a ser sustituida por un modelo de responsabilidades compartidas y crecientes en la organización del trabajo. Sobre todo en un sector como el pesquero, en el cual el factor incertidumbre es gravitante y requiere de la participación del personal de mayor experiencia.

Una de las consecuencias de este modelo es la necesidad de diseñar flujos de información acordes a las responsabilidades en la empresa. Estos flujos pueden traducirse por reuniones a nivel de equipo de trabajo, por una multiplicación de los intercambios con clientes y proveedores y de las demás facilidades de comunicación, al interior de la empresa y hacia fuera, para sistematizar procedimientos y así evitar el costo de reinventar procesos, contenidos o técnicas constantemente.

La empresa pesquera, desde la alta dirección hasta el más humilde pescador tienen que ser concientes que las metas deben ser obtener alta rentabilidad con el menor esfuerzo de pesca. Menor esfuerzo de pesca significa aplicar el criterio de pesca responsable de tal forma que los volúmenes de capturas y su posterior transformación generen índices positivos. No es el camino buscar rentabilidad a través de grandes volúmenes de capturas, las cuales muchas veces no solo agotan al recurso pesquero sino a los seres humanos involucrados en el proceso, los cuales son sometidos a presiones y tensiones extremas sin una contraparte de reconocimiento y compensación adecuadas.

Competitividad es la capacidad de una organización pública o privada, lucrativa o no, de mantener sistemáticamente ventajas comparativas que le permitan alcanzar, sostener y mejorar una determinada posición en el entorno socioeconómico.
La competitividad tiene incidencia en la forma de plantear y desarrollar cualquier iniciativa de negocios.

La ventaja comparativa de una empresa está en su habilidad, recursos, conocimientos, atributos y experiencia de los que dispone dicha empresa, los mismos de los que carecen sus competidores o que estos tienen en menor medida que hace posible la obtención de unos rendimientos superiores a los de aquellos.
El uso de estos conceptos supone una continua orientación hacia el entorno y una actitud estratégica por parte de las empresas grandes como en las pequeñas, en las de reciente creación o en las maduras, y en general en cualquier clase de organización. El concepto de competitividad nos hace pensar en la idea "excelencia", o sea, con características de eficiencia y eficacia de la organización.

La competitividad no es producto de una casualidad ni surge espontáneamente; se crea y se logra a través de un largo proceso que se inicia en una decisión de la alta dirección y de las gerencias con capacidad de liderazgo que configuran la dinámica de conducta organizativa, y se orientan hacia los directivos, empleados, acreedores, clientes.

Una organización, cualquiera que sea la actividad que realiza, si desea mantener un nivel adecuado de competitividad a largo plazo, debe utilizar antes o después, unos procedimientos de análisis y decisiones formales, encuadrados en el marco del proceso de "planificación estratégica". La función de dicho proceso es sistematizar y coordinar todos los esfuerzos de las unidades que integran la organización encaminados a maximizar la eficiencia global. Estos procesos requieren básica y prioritariamente de un líder con la capacidad suficiente de dirigir todo el proceso. La gerencia y la jefatura imponen básicamente cualidades de liderazgo, con todo lo que la definición lleva implícita en sí misma.

Para explicar mejor dicha eficiencia, consideremos los niveles de competitividad: la competitividad interna y la competitividad externa. La competitividad interna se refiere a la capacidad de organización para lograr el máximo rendimiento de los recursos disponibles, como personal, capital, materiales, ideas, capacidades de liderazgo en sus mandos, etc., y los procesos de transformación. Al hablar de la competitividad interna nos viene la idea de que la empresa ha de exhibir un continuo esfuerzo de superación. Pero no basado en la imposición ni en la presión, sino en el liderazgo.

Es necesario que los hombres y mujeres que laboran en la empresa, mucho más complicada que otras por lo aleatorio e incierto de la pesca, crean en algo, tengan una razón por la que valga la pena trabajar y esperar (además de su salario), tengan fe en sus jefes, respeto, y que esto sea recíproco.

Lo que hace la fuerza de las empresas es que el obrero se crea responsable de la empresa. Entonces los hombres tomarán muy en serio el trabajo, obedecerán estrictamente las órdenes, economizarán, sin que nadie se los pida, porque tendrán la sensación y la certidumbre de que se trata de su empresa, de que trabajan para ellos.
La competitividad externa está orientada a la elaboración de los logros de la organización en el contexto del mercado. La empresa, una vez ha alcanzado un nivel de competitividad externa, deberá disponerse a mantener su competitividad futura, basado en generar nuevas ideas y productos y de buscar nuevas oportunidades de mercado.

Competitividad significa un beneficio sostenible para la empresa.

Competitividad es el resultado de una mejora de calidad constante y de innovación.

Competitividad está relacionada fuertemente a productividad: Para ser productivo, las inversiones en bienes de capital y los recursos humanos tienen que estar completamente integrados, ya que son de igual importancia. En la pesca hay que ser muy claros y cuidadosos al asignar recursos. Debe privilegiarse la inversión en actividades productivas lo más seguras posibles y consolidar posiciones antes de dar pasos en caminos nuevos.

El mundo vive un proceso de cambio acelerado y de competitividad global en una economía cada vez más liberal, marco que hace necesario un cambio total de enfoque en la gestión de las organizaciones.

En esta etapa de cambios, los gerentes deben adoptar modelos de administración participativa, tomando como base central al elemento humano, desarrollando el trabajo en equipo, para alcanzar la competitividad, dentro de un marco de una dirección eficaz.

La empresa debe poseer un marco de referencia que incluya un conjunto de normas y reglas que establecen parámetros y sugieran como resolver problemas exitosamente dentro de esos parámetros.

La calidad total es un concepto, una filosofía, una estrategia, un modelo de hacer negocios y está localizado hacia el cliente.

La calidad total no solo se refiere al producto o servicio en sí, sino que es la mejoría permanente del aspecto organizacional, gerencial; tomando una empresa como una máquina gigantesca, donde cada trabajador, desde el gerente, hasta el funcionario del mas bajo nivel jerárquico están comprometidos con los objetivos empresariales. Lo cual supone que cada trabajador debe estar en su mejor estado anímico y moral y totalmente identificado con su empresa, reto nada fácil para los gerentes y administradores de recursos humanos.

Para que la calidad total se logre a plenitud, es necesario que se rescaten los valores morales básicos y es aquí, donde el empresario juega un papel fundamental, empezando por la educación previa de sus trabajadores para conseguir una población laboral más predispuesta, con mejor capacidad de asimilar los problemas de calidad, con mejor criterio para sugerir cambios en provecho de la calidad, con mejor capacidad de análisis y observación del proceso de manufactura en caso de productos y poder enmendar errores. Y finalmente para provocar en éllos el ánimo necesario para extraer lo mejor que hay en cada uno.

Consideremos al capital humano, el cual va acompañado de todo conocimiento, habilidades y entrenamiento personal y profesional, como el factor que incide directamente sobre los niveles de crecimiento. Ello queda argumentado en la idea que un nivel educativo elevado, el cual condiciona en un alto grado la calidad del capital humano, genera mayores niveles de productividad y ello a su vez conduce a mejores condiciones de vida; al mismo tiempo la productividad se traduce en un mejor desenvolvimiento del sistema productivo y económico el cual se reflejaría en significativos aumentos de la productividad.

Algunas de las condiciones requeridas para que un país sea competitivo, es que el Estado debe fomentar en sus políticas de gobierno las condiciones necesarias para garantizar la actividad pesquera que permita el normal desenvolvimiento de la actividad de estas empresas: Una política pesquera eficiente y adecuada que marque un buen rumbo en el corto, mediano y largo plazo para el sector.