ALTERNATIVAS PARA LA PESQUERIA DE CONSUMO HUMANO DIRECTO EN EL PERU

Autor: Marcos Kisner Bueno

jueves 24 de marzo de 2005

En un escenario pesquero en el cual es evidente que la merluza no podrá seguir siendo el sostén principal de la industria congeladora, cada empresa tiene que encontrar en la diversificación, una alternativa para su supervivencia.

En la hipótesis de que la merluza no permitirá en el futuro sostener un flujo de caja anual a los mismos niveles de hace 3 años o más, solo queda, en mi opinión, dos tipos de pesquería sobre la cual la industria congeladora puede actuar: la pesquería de especies de oportunidad como el perico, la pota, el langostino, el tiburón, el calamar, etc. y la pesquería de especies conocidas cuya biomasa es suficientemente grande como para diseñar un flujo relativamente sostenido de materia prima, como la anchoveta y el jurel.

La mayor parte de la industria congeladora ya actúa hace tiempo sobre las especies de oportunidad, y congelan perico, tiburón, langostino, calamar y pota, en la medida que estos recursos aparecen, y mientras duran, pero utilizando materia prima proveída mayormente por la flota artesanal, dado que las embarcaciones arrastreras de merluza no están preparadas para la captura de estas especies, lo que lleva a los armadores puros a enfrentar un problema de supervivencia.
Otras, además procesan y tienen mercado de pulpo, uña de cangrejo, anguila, etc. Pero como su nombre lo dice, son especies con las que no se puede contar todo el año, y aún así es imposible predecir los volúmenes de captura, por lo cual diseñar un flujo de caja sobre estas especies es algo muy relativo.

El jurel y la anchoveta para consumo humano, constituyen una variable distinta en la medida que sí se podría, con mayor facilidad, predecir volúmenes de capturas para asegurar un funcionamiento de las plantas en forma sostenida. Estas especies, más las de oportunidad, integradas en un plan de extracción y procesamiento, podrían dar elementos suficientes para el diseño de un programa de producción anual que permita que las plantas operen todo el año sin parar aumentando su oferta de pescado y su demanda de mano de obra.

La anchoveta y el jurel ofrecen dos problemas:
El caso del jurel es que pese a existir biomasa suficiente, no existe flota de arrastre de media agua nacional que pueda efectuar una captura que alimente a la industria en forma sostenida todo el año, dado que en la práctica la flota de cerco no lo hará.

Una medida inmediata que el Estado debiera enfocar es resolver el tema de la pesquería del jurel, modificando el ROP y eliminando de la RM 077 todo lo que es contradictorio con el esfuerzo de promocionar esta pesquería. Luego, buscar fórmulas de negociación para que los pocos barcos en condiciones de capturar jurel puedan salir a hacerlo y empezar a alimentar a la industria del congelado.
Sin pensar solamente en mercados de exportación, sino en el mercado nacional también. Debe encontrarse fórmulas para que el Perú empiece a desarrollar su propia flota de arrastre de media agua con embarcaciones adecuadas y en volumen suficiente para abastecer al mercado del congelado, y a la vez el de la conservería.

El caso de la anchoveta es que no existe una industria preparada para procesarla para consumo humano, ni se han explorado y/o abierto mercados para ello.

Las soluciones son diferentes para cada empresa, las que tendrán que desarrollar con ingenio nuevos productos para no colapsar.

Por estas razones es importante la concertación entre el Estado y la industria a fin de resolver en forma conjunta estos problemas y evitar el colapso diseñando una política de Estado de largo plazo.

El caso de los armadores con embarcaciones de arrastre de fondo es una problemática aparte. Requieren inversión en artes de pesca para especies como el perico y el tiburón, o la pota por ejemplo.

Hoy, y probablemente por algunos años más, la flota merlucera, limitada en sus capturas por el sistema de cuotas individuales, se encuentra operando debajo del cien por ciento de su capacidad. Lo que lleva a tener embarcaciones ociosas, fondeadas en la bahía, y representando costos de mantenimiento y seguridad además de un evidente deterioro.

En el futuro inmediato esta flota debiera orientarse a barcos multipropósito. La flota paiteña puede optar por acceder a equipar sus embarcaciones con long line y palangre de fondo.
En la actualidad hay empresas ofertando la tecnología adecuada para este propósito. Esta posibilidad conduce a nuevas posibilidades de capturar especias nuevas o que en la actualidad se capturan en pequeños volúmenes, generando fuentes de trabajo, incremento de la oferta de pescado y poniendo en operación a embarcaciones hoy paradas.

En la medida que la flota opere al cien por ciento y se capturen mayores volúmenes de recursos hoy poco explotados, las plantas congeladoras también podrán aumentar su ritmo de producción. Y, sin pensar exclusivamente en la exportación, una política de promoción correcta pudiera incentivar inversiones en la cadena de frío a fin de facilitar la distribución de pescado congelado a lo largo del país mejorando de esta manera las condiciones sanitarias de venta, llegando a mercados más alejados, y aumentando los volúmenes de pescado a disposición de la población nacional.

Aun no existe un concepto de la pesca en forma integral y con visión de corto mediano y largo plazo, que abarque los conceptos de sostenibilidad, valor agregado, diversificación, generación de empleo y alimentación.

En la medida que no tengamos una visión como país, es poco lo que podrá alcanzarse y otros países vecinos nos superaran largamente.

Por ello es misión y deber del Estado actuar, no como agente pesquero ni comercializador, sino como ente promotor y concertador. Promotor del desarrollo de ideas para dar origen a un plan y una política pesquera de largo plazo, y concertador de empresarios, banqueros, inversionistas, ideas, negocios, proyectos y medios para llevarlos a cabo. Solo de esta promoción y concertación saldrán las ideas que recién entonces requerirán el apoyo del Estado en forma de leyes y normas adecuadas. Esto vale tanto para los aspectos operativos, como tributarios e incluso financieros.

El rol del Estado es pues sencillo: debe convertirse en un socio del empresario.

El pescador artesanal debe asumir conciencia de que es el principal proveedor de pesca de consumo humano directo, y debe aprovechar esa situación explotándola en su beneficio mediante tecnificación y organización. Debe tender a convertirse en un micro empresario altamente tecnificado, ofreciendo pesca higiénicamente inobjetable y alejándose de conceptos extemporáneos como que el Estado es su tutor y mentor. La función del Estado es diseñar políticas que permitan que todos los empresarios se desarrollen y crezcan de la mejor forma posible y nada más.

La necesidad de un plan de desarrollo pesquero, una política pesquera, o como queramos llamarla, es cada vez mas urgente en nuestra pesquería.