Una pesca en apnea poco sexy pero reflexiva

Autor: Francisco J. Miranda Avalos

jueves 16 de diciembre de 2010

El primer pensamiento que me viene a la cabeza cuando me meto al agua fría de la costa peruana para capturar peces buceando en apnea es: ¿Por qué no me dedique al golf?. Mi esposa tiene una frase más sarcástica, “Pa’ cojudos los bomberos…y los pescadores submarinos también, no se por qué me case contigo si practicas un deporte nada sexy”. Y la verdad no puedo encontrar en mi deporte nada que se pueda calificar de “sexy”.

Para comenzar, limpiamos la máscara de buceo de un escupitajo, solo así evitamos que se empañe con el sudor que pierde nuestro rostro en el agua fría…pero claro también se podría pasar un pedazo de papa cortada por el vidrio de la máscara y obtener el mismo resultado, pero creo que igualmente no subiríamos de categoría en la gradación “sexy”.

Durante una faena de pesca de 4 horas en el mar peruano, nos deshidratamos hasta casi perder cuatro litros de agua, que no solo se van por el sudor del esfuerzo, sino también en las múltiples orinadas obligadas…claro nadie pensara en encontrar un sanitario en el mar y menos quitarse el ”wet suit” para orinar. Si estamos nadando, debemos orinar sin piedad con el traje puesto, que además de calentarnos un poquito, quedara apestando de manera inclemente. Es ya conocido por nosotros nuestro “olor a toyo”. Jamás le he acercado la nariz a un toyo, ni he imaginado compararlo con nuestro característico aroma de pescador submarino, pero estoy seguro que para las féminas no tendrá absolutamente nada de “sexy”.

Pero además matamos pescaditos, claro que no importa si somos selectivos o no, ni que buscamos las presas más grandes, ni que luego nuestras mujeres disfrutaran de un exquisito ceviche, sudado, o jalea, sin el mas mínimo remordimiento. Pero la frase será: !Pobres pescaditos!

Después de salir del agua, tenemos que eviscerar y escamar la pesca, lo que no evita el baño de sanguaza, que tampoco tiene nada de “sexy”. Es ahí cuando mi esposa me dice: ¿Amorcito, porque no te dedicaste a la tabla hawaiana?

Joder! Es que me gusta la pesca submarina! Es mi pasión! Además es parte de la historia de la supervivencia de la humanidad, al hombre siempre le llamo la atención el mar. Nuestros primitivos ancestros seguramente buscarían moluscos, cangrejos y peces durante la bajamar y poco a poco descubrieron que bajo el mar había animales que prometían una buena comida.

Dice en el web site de la Federación Peruana de Actividades Subacuáticas (FEDEPASA) que los “ Cazadores-recolectores ante-Neanderthal del paleolítico inferior, descubridores del fuego europeo, que vivían hace mas de 40,000 años en Terra Amata (Niza) utilizaban recursos marinos y consumían ocasionalmente doradas, y al menos desde el paleolítico medio nuestros antepasados pescaban, es decir atrapaban peces, sirviéndose de arpones y anzuelos”

Los relatos antiguos están llenos de historias mitológicas, como la de Glaucos, que habiendo sido un pobre pescador de Beocia, comió una hierba mágica y se lanzo al mar donde Tetis y las Nereidas lo acogieron e hicieron inmortal para que pescara en apnea. Creo que es el único caso. Las míticas mujeres debieron considerar realmente “sexy” al pobre Glaucos, tanto que hasta inmortalidad le dieron, pero claro…es mitología. O tal vez fue la hierba mágica.

El caso es que la pesca submarina en apnea no es un deporte para nada “sexy”, pero si tiene algo de reflexivo. Tal vez sea el potasio que se pierde en cada “meada” el que nos hace pensar en tontería y media, pero son siempre muchos pensamientos los que pasan por mi mente cada vez que buceo buscando presas para la olla. Porque para nosotros, no existe el placer de pescar sin comerse su pesca. La mayoría de los buzos resultamos buenos cocineros…es decir gordos cocineros o cocineros gordos, como prefieran.

Dice una de mis hijas que algunos de mis viejos amigos pescadores submarinos mas parecen un equipo de “Sumo” que deportistas de pesca submarina…bueno los cachalotes nadan muy bien en el mar y se sumergen muchos metros por largo tiempo. Pero la verdad es que algunos mis amigos, más gorditos que yo, fueron grandes glorias de la pesca submarina nacional y hoy más que nada, son eximios gourmets.

Para pescar bajo el mar en apnea, se necesita una férrea disciplina deportiva, mucho entrenamiento y gran despliegue de esfuerzo, pero sobre todo serenidad y clara conciencia de que practicamos un deporte muy peligroso, tanto así que además de no ser “sexy”, no califica para la mayoría de las compañías de seguros. Y para las que califica, hay que pagar unas primas verdaderamente altas. Quizá esto sea lo único realmente “sexy” que podríamos tener: una jugoza póliza de seguros.

Había abandonado un poco mi deporte, con la edad y los avatares de la chamba, cayendo en las garras del club de gourmets, pero decidí volver a las lides, sin embargo, pasados los cincuenta años no se practica un deporte tan exigente sin un buen entrenamiento. Así que la piscina temperada más cercana a casa resulto ser la húmeda testigo de mi régimen de entrenamiento. Ahí descubrí, que los nadadores de mi edad, tampoco tienen mucho de “sexy”…por lo menos el traje de buceo esconde nuestros rollizos cuerpos.

Comencé a nadar en agosto, al principio 200 metros u ocho largos eran una distancia espectacular, pero recordé los sabios consejos de un viejo campeón panamericano de natación y antiguo pescador submarino: Luciano Barchi, el único buzo peruano que ha logrado una medalla de bronce en un mundial de pesca submarina en Chile. La máxima presea que nuestro deporte ha traído al Perú.

“Si vas a entrenar en una piscina, nunca te detengas, si te cansas nada como perrito si es necesario, pero muévete en el agua la hora completa”. Me dijo Barchi alguna vez, a lo que agrego; “usa siempre aletas, mascara y snorkel en tus entrenamientos, recuerda que entrenas para pescar en apnea en el mar, no para nadar en una piscina”.

Los 200 metros muy pronto se convirtieron en 2,500 metros o 100 largos, cosa que haces con ese equipo en aproximadamente una hora de natación. Y el entrenamiento inter diario paso a ser diario. En solo 20 días mi vida comenzó a reformarse, junto con extraordinarios cambios en mi metabolismo. Baje de peso, deje de comer tanto, disminuyo gradualmente una fuerte tensión que martirizaba mi cuello y mi espalda, adquirí un mayor vigor en mi trabajo, mi perdida paciencia retorno a su lugar, y poco a poco mis seleccionadas presas de pesca comenzaron a llegar al refrigerador.

Primero llegaban de los 5 metros de profundidad, luego de los 7, más delante de los 10 y hace poco de los 15 metros. No es fácil pescar a esa profundidad, llegar a ella quizá, pero buscar y pescar no. Los 2,500 metros de natación diaria me permiten extender mi distancia de búsqueda de peces y poco a poco la eficiencia de mis partidas de pesca ha mejorado.

Obviamente no sueño con ser campeón, eso debo dejarlo a las jóvenes promesas, pero no me cabe duda que aunque mi deporte no tiene nada de “sexy”, es un deporte apasionante, y mientras nado, moviéndome por la superficie, buscando lugares aparentes para buscar peces y capturarlos, me permite realizar reflexiones interesantes.

El fin de semana pasado por ejemplo estuve en el sur, pescando en unos islotes. Mis primeros intentos fueron con tres pintadillas que dribleaban más que el Baylon de los setentas, obviamente falle los tres tiros. Si pudiera comunicarme con ellas las jalaría a jugar a nuestra selección de futbol. Pero mientras buscaba otras presas, pensaba en los comentarios que leo día a día en la Lista Oannes, mucha gente se parece a esas tres pintadillas…!tienen una habilidad para evitar los tiros!

Después de seguir buscando presas, logre capturar un par de pintadillas grandes, pero despanzurre tres grandes también. Lo increíble es que las dos capturadas tenían sendas cicatrices de arpón claramente antiguas, era obvio que algún buzo les había disparado antes y habían sobrevivido para caer atravesadas por las flechas de mi fusil de madera, hecho por mis propias manos. Otra afición que me apasiona: construir mis propias armas de cacería. Pero la supervivencia de las pintadillas que había capturado me trajo a la luz la habilidad de la naturaleza para sobrevivir a nuestros esfuerzos por destruirla. La naturaleza es muy sabia. Pero parece que los hombres también somos como los peces, ni con cicatrices aprendemos a reconocer el peligro. Somos necios e incapaces de aprender de nuestros errores, y sin el reconocimiento de nuestros errores, jamás seremos capaces de corregirlos.

Finalmente ya en la ultima hora, de las cuatro que pase nadando y buscando presas, note que desaparecieron dos pescados de mi boya, la experiencia me dijo que había un ladrón rondando, ese pillo astuto y rápido que tiene el mar peruano, el otario viejo, grande, gordo y ocioso que sabe que los buzos trabajamos para ellos. Pero no lograba verlo, así que acerque la boya a mí para intentar proteger mi pesca de los hurtos. Llame a mi bote para que se acercara a recogerme e hice mi última inmersión…por si acaso hubiera un último trofeo. Y ahí estaba, longa y rojiza, saliendo de un hueco oscuro hacia la arena en lo hondo, se deslizo una cabrilla de más de 3 kilos. Mi tiro no pudo ser más certero, la atravesé desde la aleta dorsal hasta la parte baja de la aleta ventral izquierda, de arriba hacia abajo. Me lance sobre la presa abrazándola para no perderla y subí pensando en el delicioso plato de serranido que sería mi cena. Trabe la cabrilla en mi boya, la acaricie como un viejo amante y me voltee para armar mi fusil que tenia la flecha disparada a fin de pasarlo descargado al bote, que ya venía, a lo lejos hacia mí.

De pronto sentí un chapoteo atrás mío, un gran lobo chusco y marrón, sonriente engullía mi cabrillon que había arrancado de un tirón de la boya, cimbreando la cintura acomodo la presa en su boca para que entrara mejor, dio un gracioso salto para atrás y vino a mí en el agua transparente, bajo mis aletas, mirándome con sus tiernos ojos que solo parecían tener una pregunta: ¿hay más?. Tome mi boya con la pesca que quedaba, nade hacia el bote y salí del agua con la captura, que no estaba nada mal, pero sin el premio mayor. Ese se lo quedo el “caimán”, que con sorna nadaba alrededor del bote relamiéndose los bigotes, mientras yo pensaba: Cuantos lobos hay en nuestra pesquería peruana. Esperando y acechando para quitarle a otros su merito.

Definitivamente la pesca submarina no es “sexy”, pero es un deporte apasionante, que nos enseña serias moralejas, extraños paralelismos solo para los que podemos comprender que en la vida no solo basta nuestro esfuerzo, hay que cuidarlo de los lobos.

Fin.
16.12.2010
*Dedicado a mi hija Milena que hoy cumplió 10 años.